Albania, país de gente joven, mares y montañas
El 57,6% de los hombres de Albania tiene menos de 40 años; lo mismo sucede con el 54% de las mujeres.
Además, si la población se divide en grupos según su edad, el rango que acumula más integrantes es el de los 20 a los 29 años, tanto en varones como en damas, con un 18,9% y 17% del total, respectivamente.
Así es la composición etaria de los casi tres millones de albaneses. Por cierto, no es muy distante de la de Costa Rica, que tiene una distribución similar.
En esa nación vive la costarricense Marlise Gabriela Sánchez Torres, quien allá aparece en los registros oficiales como Marlise Gabriela Cela, por el apellido de su esposo, el albanés Enian Cela, quien es economista y traductor trilingüe.
“Los albaneses son ciudadanos muy jóvenes. Está catalogado como un país de gente muy guapa, especialmente las mujeres”, dice la tica.
Albania se ubica al sureste de la península balcánica en Europa y, pese a ser un país pequeño (28.748 kilómetros cuadrados, poco más de la mitad que Costa Rica), tiene costas en los mares Jónico y Adriático, lo que lo hace un sitio espectacular para el turismo.
Marlise nació en Turrialba y su familia es de La Suiza. Vive en la capital, Tirana, aunque en el verano y el otoño se traslada con su familia a Durres, hermosa ciudad que tiene a su lado el imponente mar Adriático, cuya costa occidental baña Italia, incluida Venecia, mientras que la oriental la disfrutan en Eslovenia, Bosnia y Herzegovina, Montenegro y Albania.
Marlise se mudó a Albania hace ocho años. Hace seis se casó con Enian y tienen un hijo, Noah Cela, quien el 5 de julio cumple seis años. El pequeño habla albanés, inglés y español con Marlise.
“Lo hablamos en ese orden, ya que el español es mucho más fácil que el albanés.
” Cada vez que visitamos a la familia, él se la juega muy bien con el español.
”El albanés es uno de los cuatro idiomas más difíciles en el mundo, porque no tiene ninguna referencia. Yo lo hablo bien, según mis amigos, aunque espero que lo digan con honestidad, porque sí es muy difícil. Tiene sonidos difíciles seguidos, como por ejemplo, zdrukthtar, que significa carpintero”, manifestó.
Llegó a Albania un 16 de julio del 2010, con Enian, quien en aquel momento era su novio.
Vueltas . ¿Cómo una tica llega a Albania? Su respuesta evidencia lo que popularmente llamamos “las vueltas de la vida”.
“La razón que siempre me llega a la mente es Japón. Estudié con una beca la especialidad de Educación Internacional en la Universidad de Hiroshima. Fue precisamente ahí donde conocí a quien ahora es mi esposo. Decidimos formar nuestra familia en Albania”, asegura.
Oportunidad. Enfatiza que los extranjeros que son profesionales tienen muchas ventajas y oportunidades, sobre todo en educación y negocios.
En cuanto a lo que ella hace, explicó que consiste en preparar a profesionales, estudiantes u otras personas que deseen estudiar o vivir en otro país, para que aprueben los exámenes requeridos, como el TOEFL.
Admite que no ha logrado asimilar los fríos inviernos, con temperaturas de hasta -2 grados Celsius.
Marlise no tiene problemas para revelar algo que sí le preocupa de esa nación: la falta de protección del ambiente. Luego cita un punto a favor de Albania: “Es uno de los pocos países donde las religiones existentes se llevan muy bien y en total armonía, trabajando y conviviendo muy cerca una de la otra, característica que ha hecho famosa a la nación ante los ojos del mundo”.
“Los albaneses y los ticos tienen en común el gusto por la música y la fiesta. Además, no solo en Costa Rica tenemos la llamada “hora tica”, ya que acá es exactamente lo mismo”.
¿Qué hay interesante en Albania para visitar?, le lanzo a Marlise en mi afán por saciar la curiosidad.
“Albania está catalogada como la próxima perla mediterránea. En los últimos siete años, el turismo ha venido creciendo a pasos fuertes, especialmente el turismo de montaña, de playa, el histórico y el gastronómico. Por supuesto que para un tico la playa y la montaña no suenan como algo atractivo, así que el histórico es más fuerte”, dijo.
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