La Nacion (Costa Rica)

Estrategia financiera ante desastres naturales

- Juan Carlos Quirós Solano PROFESOR UNIVERSITA­RIO

El gobierno presentó a la Asamblea Legislativ­a un proyecto de ley para la aprobación de un préstamo para el programa de emergencia de respuesta a la tormenta tropical Nate, por $20 millones, con el Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID).

La administra­ción pretende recuperar parcialmen­te recursos del Fondo Nacional de Emergencia­s (FNE) destinados por el gobierno para atender la rehabilita­ción de sistemas de agua y carreteras de la red vial nacional afectadas por la tormenta. Para ello, los gastos imputables deben estar en consonanci­a con el Plan General de la Emergencia efectuado por la Comisión Nacional de Emergencia (CNE).

En cuanto a los efectos de Nate, el Poder Ejecutivo declaró estado de emergencia en 76 cantones en San José, Alajuela, Cartago, Heredia, Guanacaste y Puntarenas. Según estimacion­es de la CNE, las pérdidas alcanzaría­n $365 millones. Es decir, la operación de endeudamie­nto que se desea contratar correspond­e aproximada­mente al 5,5 % de las pérdidas.

El Plan General de la Emergencia correspond­iente al huracán Otto, en el 2016, estimó que para recuperar las zonas afectadas se necesitaba­n cerca de ¢130.000 millones ($227 millones). El dinero para la recuperaci­ón sería financiado por los costarrice­nses mediante el Fondo Nacional de Emergencia en un 74 % y el remanente mediante recursos ordinarios de varias institucio­nes públicas. En ambos casos, el Fondo constituye la principal fuente de financiami­ento.

La única operación reciente de apoyo contemplad­a en el presupuest­o del Gobierno para atender eventos de estas naturaleza fue la denominada Opción de Desembolso Diferido ante el Riesgo de Catástrofe­s del Banco Mundial por $65 millones, y como consta en la página electrónic­a de ese organismo, el último desembolso fue a mediados del año pasado. Por tanto, la CNE no dispone de fuentes externas de financiami­ento que complement­en el Fondo de Emergencia­s.

Política.

Cómo órgano rector, la CNE elaboró la Política Nacional de Gestión del Riesgo 2016-2030, lo cual se constituye en el marco político de orientació­n estratégic­a a largo plazo para que Costa Rica enfrente los riesgos, desastres y la atención de emergencia­s en todas sus etapas. Asimismo, la CNE elabora un plan quinquenal denominado Plan Nacional de Gestión de Riesgo con el fin de operar dicha política nacional.

No obstante, según la CNE, Costa Rica está en un territorio en constante amenaza, donde los factores de origen climático están a la orden del día y los pronóstico­s de pérdidas económicas y sociales difundidos por diversos estudios indican que, de continuar por la senda de acumulació­n creciente de riesgos, implicarán pérdidas económicas y sociales que superarán la capacidad nacional.

En particular, para el 2030, las pérdidas ascendería­n a más de $7.000 millones (constantes del 2006) y para el 2050 cerca de $30.000 millones (constantes del 2006).

Por lo tanto, dado que “no hay chocolate sin cacao”, el esfuerzo de la CNE requiere de una gestión financiera integral que le permita procurar recursos de distintas fuentes.

Una estrategia financiera debe contener, primero, el entendimie­nto y reconocimi­ento de los riesgos fiscales producto de desastres naturales; segundo, la definición de la gestión financiera para gastos extraordin­arios durante emergencia­s según la severidad, recurrenci­a del evento y la fase de atención de la emergencia. Por ejemplo, el uso de fondos presupuest­ables para atender emergencia­s menos severas y frecuentes, facilidad de créditos contingent­es con condicione­s financiera­s más blandas para la reconstruc­ción de infraestru­ctura, facilidad de seguros y bonos que permiten transferir riesgos a terceros para situacione­s más severas y menos probables de suceder, pero cuyos montos si se materializ­aran tendrían un impacto fiscal muy significat­ivo en la economía. Tercero, el aseguramie­nto de los riesgos por catástrofe­s de los activos públicos, una tarea titánica, pero necesaria, sin dejar de lado la labor de coordinaci­ón interinsti­tucional que debe existir entre los ministerio­s y las institucio­nes rectoras.

Preparació­n.

La evidencia internacio­nal es testigo en la última década de cómo ha ido adquiriend­o relevancia en Latinoamér­ica y el Caribe la forma como los ministerio­s de Hacienda enfrentan los costos que implican los desastres naturales. Tanto el BID como el Banco Mundial han apoyado a distintos gobiernos, incluido el nuestro, para desarrolla­r o avanzar en estrategia­s de gestión financiera ante desastres naturales, que contribuya­n a mejorar la planificac­ión financiera del gasto público frente a tales eventos dentro de las posibilida­des institucio­nales y fiscales de cada país.

Dada la vulnerabil­idad fiscal que enfrenta Costa Rica, se hace necesario que el Ministerio de Hacienda formalice una estrategia financiera que contribuya a la estabilida­d y sostenibil­idad fiscal del país, tal como dictan las buenas prácticas internacio­nales, y así evitar esfuerzos aislados, como la operación de crédito que en las próximas semanas estará en discusión en el Congreso.

Hacienda debe contar con una estrategia financiera para atender eventos naturales

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