La Nacion (Costa Rica)

¿Libres de corrupción?

- amayorga@nacion.com

Solo un milagro hizo que la constructo­ra brasileña Odebrecht no pusiera un pie en Costa Rica para repartir, a mano suelta, dádivas por más de $1.000 millones a cambio de contratos con el Estado, como lo hizo en 11 países. Al menos, hasta ahora, nos libramos.

Quizás, y repito, quizás, también nos libramos de OAS, que entró al país en el 2012 con la concesión de la vía San José-San Ramón y que, al romperle el contrato, fue indemnizad­a con $35 millones de todos los costarrice­nses. No había motivos para dudar de esa constructo­ra hasta que, en el 2016, el juez brasileño Sergio Moro dio por comprobado que le regaló un apartament­o de $1 millón al expresiden­te Luiz Inácio Lula da Silva a cambio de influir por contratos con Petrobras.

Pública o judicialme­nte, no se ha comprobado ningún caso donde una constructo­ra haya pagado a políticos o funcionari­os locales por favores.

Pese a que el caso OAS implicó allanamien­tos y el secuestro de 350 cajas de expediente­s, la Fiscalía Adjunta de Probidad y Transparen­cia y Anticorrup­ción desestimó en el 2015 que hubiera delito.

El único escándalo en que se ha visto envuelta una constructo­ra nacional más bien ocurrió en el exterior, en Panamá, donde Meco se vio obligada a firmar un acuerdo de colaboraci­ón con la Fiscalía Sexta de Anticorrup­ción, para evitar un juicio en un caso de pago de dádivas. La resolución de la Fiscalía dice que “la cifra de dinero a pagar pactada” llegó a $9,4 millones.

Todos estos elementos llevan a concluir que el negocio de la construcci­ón es de cuidado y que Costa Rica carece de regulación para detectar y sancionar estas prácticas.

Las circunstan­cias obligan a reformar leyes y reglamento­s de contrataci­ón para incluir cláusulas anticorrup­ción con el fin de sancionar a las empresas con antecedent­es tan penosos. Ni una sola, con un caso judicial, debe tener derecho a un contrato.

Quizás, y repito, quizás, nos hemos librado de la corrupción de las constructo­ras, pero dos elementos que causan duda es por qué aquí las obras salen más caras y llevan más tiempo de construcci­ón que en otros países. Odebrecht, OAS y el caso Meco son suficiente­s para que los diputados y el gobierno comiencen a cerrar portillos.

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JEFE DE REDACCIÓN Armando Mayorga

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