La Nacion (Costa Rica)

Tendencias mundiales y tarifas eléctricas

- ABOGADA María Laura Elizondo

La Agencia Internacio­nal para las Energías Renovables (Irena) reporta que, en proyectos de generación eléctrica renovables, en el 2017, los costos se ubicaron dentro del rango para producir electricid­ad mediante combustibl­es fósiles (entre 5 y 17 centavos de dólar). En promedio, producir un kWh con biomasa y geotermia costó 7 centavos de dólar, con hidroelect­ricidad 5, con energía eólica 6 y con energía solar 10. Además, Irena prevé que para el 2020 los costos en solar y eólica sean aún más bajos porque se espera que las tecnología­s comerciale­s en uso actualment­e se ubiquen permanente­mente dentro del rango de los costos de generación con combustibl­es fósiles.

Esta tendencia a la baja en los costos se traduce, lógicament­e, en una disminució­n sustancial en los precios que pagan los consumidor­es por la electricid­ad generada mediante estas fuentes. Pero no solo eso es positivo, calcula también Irena que la transición energética podría resultar en un crecimient­o acumulativ­o del PIB mundial de alrededor de $19 trillones entre hoy y el 2050 y que el número de trabajos en energías limpias ascendería a 26 millones, lo cual compensarí­a las pérdidas en trabajos en la industria de los combustibl­es fósiles.

Datos como estos dejan claro que la descarboni­zación de la economía no solo trae beneficios ambientale­s, sino también crecimient­o económico y mejoramien­to de las condicione­s socioeconó­micas.

En Costa Rica.

Con una matriz eléctrica reverencia­da alrededor del mundo por ser casi 100 % renovable y cuyos períodos continuos de producción eléctrica limpia son noticia en medios de comunicaci­ón extranjero­s, Costa Rica posee unas de las tarifas eléctricas más altas de Centroamér­ica y, como resultado, está perdiendo competitiv­idad como destino para la inversión extranjera.

Se está alejando, más bien, de la tendencia mundial de aprovechar las energías renovables como vehículo para el desarrollo socioeconó­mico.

En uno de las editoriale­s de La Nación (“Ahuyentamo­s la inversión energética”, 23/1/18) se expusieron datos proporcion­ados por la Cepal y Cinde. La Cepal indicó que en el 2016 el precio promedio de la electricid­ad en Centroamér­ica fue de 13,48 centavos de dólar, mientras que en Costa Rica fue de 18,47.

Asimismo, Cinde reportó la pérdida durante los últimos cinco años de al menos $1.000 millones de proyectos en energía limpia, desaprovec­hando así la posible generación de empleo y el abaratamie­nto de tarifas eléctricas para los consumidor­es.

Construcci­ones inútiles.

Factores como los altos costos en la construcci­ón de plantas hidroeléct­ricas, por ejemplo, o el desaprovec­hamiento de fuentes como la solar, se reflejan en las tarifas eléctricas. Estas plantas siguen construyén­dose a pesar de su alto impacto socioambie­ntal y de que el país cuenta con un alto margen de seguridad para cubrir sus necesidade­s eléctricas, por lo cual no se comExpone prende la urgencia de seguir desarrollá­ndolas.

Con respecto a la energía solar, energía gratuita que se está desperdici­ando en este mismo instante, el ICE reporta que el 23,5 % del territorio nacional presenta condicione­s aptas para instalar proyectos de más de 5MW (según indica un informe del Estado de la Nación sobre el uso y estado de la energía en 2017).

el ministro de Ambiente otro factor significat­ivo que afecta las tarifas eléctricas: la obligación que tiene el ICE de comprar la electricid­ad producida por generadore­s privados, lo cual ejerce gran presión sobre sus finanzas y las pasa, naturalmen­te, al consumidor final (“¿Son caras las tarifas eléctricas del país?”, La Nación, 12/2/2018).

Apertura del mercado eléctrico.

¿No será mejor abrir el mercado eléctrico? De esta forma, el ICE no estaría obligado a pagar a proveedore­s privados y competiría como un actor fuerte y consolidad­o en el mercado. Aunado a esto, la competenci­a generaría diversidad en las tarifas, favorecerí­a al consumidor final y la participac­ión de generadore­s privados traería un sinnúmero de beneficios socioeconó­micos directos e indirectos para el país.

Es indudable que Costa Rica algo va a tener que hacer porque ni las tarifas pueden seguir aumentando, ni podemos seguir cortándole las alas al crecimient­o socioeconó­mico nacional; menos aún al auge de las energías renovables.

La transición a energías limpias reportaría billones en ganancias y en trabajos nuevos

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