La lección de Nicaragua
El origen de la matanza en las protestas en Nicaragua tiene algo en común con Costa Rica: la crisis en pensiones.
Daniel Ortega se negó, por años, a tomar medidas para garantizar la sostenibilidad del sistema del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) porque no quería provocar a los trabajadores ni a los empresarios. Por “la paz social” –como también han dicho varios jerarcas de Costa Rica–, no hizo ajustes.
Es más, en el 2013, tras las protestas de los “viejitos”, como se les llamó, el INSS se vio forzado, también por “la paz social”, a pagar “pensiones reducidas” a más de 11.000 personas que cotizaron menos de 14 años. Algo parecido ocurrió aquí con la fiesta de las pensiones adelantadas que autorizó la Junta Directiva de la Caja en el Régimen de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) y que, para evitar que socavara más el fondo, tuvo que abolir hace pocos años.
Al INSS, entonces, lo fueron llevando contra la pared al cargarlo más de la cuenta y tuvo que ser el Fondo Monetario Internacional (FMI) el que urgiera a Ortega a actuar.
Se proyecta que en el 2019 entrará en colapso al agotarse sus reservas para pagar pensiones a 250.000 jubilados. La situación es crítica porque el déficit alcanza $52 millones. Su estado es insostenible y, de no tomar medidas, el gobierno tendrá que endeudarse para pagar pensiones.
Ortega, sin negociación, simplemente por decreto –y ese fue su error– impuso los cambios: aumentó la cotización de los trabajadores del 6,25 % al 7 % del salario y la de los patronos del 19 % al 21 %. Además, recortó en un 5 % los montos que reciben los jubilados. En eso, actuó como se lo sugirió el FMI. Ese cambio inconsulto, incluso se quedaba corto ante la quiebra inminente del INSS porque no tocó los 60 años de edad de pensión en un país donde la esperanza de vida va en aumento.
El autoritarismo con que Ortega hizo los cambios fue lo que causó que en menos de una semana fueran asesinadas 30 personas durante la represión de manifestaciones.
Lo sucedido en Nicaragua es otra alerta para que los costarricenses entremos en razón: las fondos de pensiones y, ahora, sobre todo, el IVM, está en crisis, y los sindicalistas son los principales adversarios de ponerlo a salvo.
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