Costa Rica aspira a ser sede de torneo de golf
El crecimiento del golf en Costa Rica se ha dado de la mano con la organización de torneos internacionales en el país, por lo que la Federación de este deporte apunta a traer el Latin America Amateur Championship (LAAC) en el 2022.
El LAAC es el torneo más importante de Latinoamérica, en el cual los jugadores amateur de mayor proyección del área se disputan un cupo al campeonato más importante del mundo como es el Master de Augusta.
Este certamen le permitió al costarricense Paul Chaplet jugar el Masters de Augusta, tras ganar el LAAC que se realizó en el 2015 en República Dominicana.
“La gente de Augusta estuvo en Costa Rica viendo canchas, hemos venido hablando con R&A y nos recomiendan hacer un torneo importante en nuestro país”, dijo Mauricio Muzmani, presidente de la Federación.
Para acumular esa experiencia exigida, la Federación organizó el año pasado el US Kid, trae por segunda vez una fecha del PGA Tour Latinoamérica y en junio realizará la primera edición de la Copa los Volcanes, un torneo abierto centroamericano.
“Este año fue la primera vez que nos invitan al Master. Es un poco de lo que hemos ido trabajando, al LAAC en Chile llevamos una propuesta, cuando el LAAC vuelva a Centroamérica las posibilidades de Costa Rica son altas”, destacó Muzmani.
Un torneo tan importante como el LAAC es televisado para más de 120 países en el mundo, por lo que se realizaría en una zona como Guanacaste para aprovechar su riqueza natural.
Muzmani dejó claro que tiene todo preparado para la fecha del PGA Latinoamérica, que se realizará del 7 al 13 de mayo en nuestro país.
“Ya está todo listo, a partir del jueves empiezan a montar la cancha. Esperemos que este año todo se desarrolle con mayor normalidad”, concluyó.
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La Liga no necesita dos santos. Requiere de una legión, reforzada con ángeles, querubines, hadas y unos cuantos magos. Ya pasó por su Catedral el San Benito, San José Giacone y hasta el venerado santo de la casa, San Wílmer. Ninguno logró darle al equipo ese toque de ángel para exorcizar sus demonios.
San Nicolás no pudo regalarle su Nochebuena a la feligresía eriza. Si acaso le dio algunas noches de ilusión, inspiradas por el buen momento de sus bombarderos del ataque.
Pero dejémonos de tanto lirismo y aterricemos en los males manudos. No ha tenido un equipo para ser campeón. El actual es su mejor versión, pero es un conjunto desequilibrado. Mucha metralla y poca muralla. Intensidad para atacar y parsimonia para defender. Desde la partida de Óscar Ramírez, una flecha se clavó en el talón de Aquiles manudo: su defensa. Ha pasado una legión local e internacional de gendarmes y a todos les han robado la espalda, la retaguardia
y la dignidad defensiva. Cada saque de esquina o tiro libre, cada contragolpe, es un suplicio para el portero de turno.
Para colmos, a Dos Santos le faltó su santo de la buena suerte. Cuando el equipo parecía levantar vuelo, Patrick Pemberton volvió a la puerta, seguramente impuesto por la dirigencia, que lo quiere en Rusia. Allí sí que se desmadró Tere y todas las santas de la cofradía eriza.
El retorno del otrora ángel salvador de la Liga fue precipitado. Y a pesar de sus credenciales, el equipo perdió la cuota de seguridad defensiva que le acompañó en el torneo, de las manos de Pineda. Pero no es Pemberton el culpable. Es un mal viejo, agravado por las malas contrataciones en los últimos torneos. Despedir a Dos Santos y seguir invocando santos para su salvación, puede ser una práctica que habla mal de quienes escogen y despiden técnicos, más que de la pericia de los entrenadores. Giacone se fue por la puerta trasera y en Pérez levantó la copa. Tal vez en frío no está en las cobijas.
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