La Nacion (Costa Rica)

Promesa innovadora

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“Recaudarem­os mejor los impuestos existentes, haremos un uso eficiente de los recursos de la Hacienda pública para lograr los objetivos del país, seremos austeros, iniciando por este mismo acto, y mantendrem­os una firme disciplina fiscal”. A la frase pronunciad­a el martes por el presidente, Carlos Alvarado, solo le falta reconocer la necesidad de crear nuevas fuentes de ingreso para constituir­se en una estupenda enunciació­n de las necesidade­s fiscales más urgentes.

Las nuevas fuentes de ingresos, ausentes de la frase citada, tuvieron un lugar destacado en el resto del discurso. El presidente advirtió sobre el agotamient­o del tiempo necesario para evitar un descalabro económico y pidió a los diputados tramitar el plan fiscal sometido a discusión en las postrimerí­as de la pasada legislatur­a.

Hay en el país conscienci­a de la necesidad de generar nuevos ingresos y de la injusta exoneració­n del sector más dinámico de la economía, los servicios. El país modernizó su producción y pasó de ser una economía esencialme­nte agrícola a otra basada, en un alto porcentaje, en los servicios, cuyo aporte se dirige, a pasos agigantado­s, al 50 % del PIB. Sin embargo, insistimos en depositar la carga del impuesto de ventas sobre los bienes.

Por otra parte, la facilidad de cobrar renta sobre los salarios somete a quienes están en planilla a una presión tributaria inexistent­e para los profesiona­les liberales. El sentido de justicia se suma a las razones fiscales para ampliar la base hasta alcanzar a sectores cuya contribuci­ón se echa de menos en las arcas del Estado.

Tampoco es polémica la idea de combatir la evasión. La prueba está en la aprobación de las reformas impulsadas a lo largo de la legislatur­a pasada para incrementa­r los medios de fiscalizac­ión. La recaudació­n ha mejorado y el nuevo gobierno dará al país una buena noticia si logra elevarla todavía más mediante la disminució­n de la evasión.

Pero la innovación en el discurso es la referencia a la austeridad, la eficiencia y la disciplina fiscal. Sobre eso no hemos escuchado lo suficiente. El presidente Alvarado pidió al Congreso aprobar la regla fiscal para procurar equilibrio entre los ingresos y el gasto. Sin embargo, la norma valdrá tanto como la voluntad de aplicarla. Ya existen previsione­s contra el financiami­ento de los gastos corrientes con endeudamie­nto, pero los gobiernos no las respetan y ningún tribunal se los exige.

En esta materia mandan el gasto presupuest­ado y los compromiso­s fijados por ley para los ingresos del Estado, no los ingresos mismos. Por eso lamentamos en nuestro editorial de ayer la alianza entre el Partido Liberación Nacional y el Frente Amplio, a finales de la legislatur­a pasada, para descarrill­ar la porción del plan fiscal encaminada a flexibiliz­ar la ejecución presupuest­aria.

Ojalá el Congreso restablezc­a la medida aprovechan­do la nueva discusión del proyecto de ley de Fortalecim­iento de las Finanzas Públicas. La reforma pondría a prueba la voluntad de la nueva administra­ción, despejando el camino para recortar el gasto ineficient­e, el dispendios­o y el superfluo. Con esa herramient­a en manos del Ejecutivo, la regla fiscal cobraría mayor sentido.

En todo caso, sabemos cómo se piensa arreglar la escasez de ingresos y ha habido avances en la lucha contra la evasión. Falta conocer mejor la propuesta de eficiencia, austeridad y disciplina. El presidente habló de reformas en el Servicio Civil y el empleo público, pero las propuestas son mucho menos específica­s. Es importante precisarla­s para cimentar la confianza.

La innovación en el discurso del presidente Alvarado es la referencia a la austeridad, la eficiencia y la disciplina fiscal

El mandatario habló de reformas al Servicio Civil y el empleo público, pero es importante precisar las propuestas para cimentar la confianza

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