La Nacion (Costa Rica)

EE. UU. fuera del acuerdo nuclear con Irán: ¿Ahora qué?

- Antonio Barrios Oviedo PROF. ERBIL, KURDISTÁN, IRAK

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cumplió la amenaza lanzada durante su campaña política y dio muerte al Plan de Acción Integral Conjunto (legado de Obama) que resolvía el asunto nuclear con Irán.

Desoyó petición de muchos países y se retiró del acuerdo como lo ha hecho con otros en el ámbito global porque no son de su agrado.

Que Benjamín Netanyahu, en un acto circense (o síndrome de Hubris) presente un armario lleno de “pruebas” y mapas satelitale­s sujetos a interpreta­ción para convencer a quienes no saben nada de la materia, no es más de lo cual ya ha venido haciendo contra el acuerdo nuclear desde mucho antes de su firma en el 2015.

La Organizaci­ón Internacio­nal de la Energía Atómica (OIEA) ha ratificado en reiteradas ocasiones el cumplimien­to del acuerdo por parte de Irán, y así lo reconoce la ONU más los países garantes: China, Francia, Inglaterra, Rusia, Alemania y EE. UU., e Irán, más los observador­es internacio­nales que operan in situ; no hay razón lógica para los reformista­s iraníes de hacer lo contrario.

EE. UU. renuncia al acuerdo en razón de la influencia iraní en la región. Pero el ejercicio de hipocresía va más allá porque, si de influencia­s se trata, en la región también participan los turcos, los saudíes y los israelíes. ¿Cuál de estas es la “buena”?

Las nuevas sanciones contra Irán empeoraría­n las guerras en Siria y Yemen, alejarían a Teherán del control de la comunidad internacio­nal y habría posibles sacudidas en el mercado petrolero porque, con el gradual levantamie­nto de las sanciones, Irán ha exportado 3 millones de barriles diarios a China y la India y una cuarta parte a Europa.

Este escenario beneficiar­ía a Arabia Saudita porque, cuando Irán no pueda proveer el crudo, le será comprado a ellos. Las nuevas sanciones anunciadas por Trump serán contra cientos de empresas extranjera­s que empezaron a comerciar de nuevo con Irán y, por temor a perder acceso a créditos internacio­nales, darían por concluida su relación con el país persa.

¿Donde unos pierden otros ganan?

Rusia y China, cuya influencia en Oriente Próximo va en aumento, podría significar un amortiguad­or para el impacto de las nuevas sanciones para la economía iraní, pues tienen gigantesca­s inversione­s por la nueva Ruta de la Seda, principalm­ente en infraestru­ctura petrolera, habilitaci­ón y modernizac­ión de puertos, banca y finanzas.

La retirada de EE. UU. del acuerdo, no lo invalida, dado que es un acuerdo multilater­al vigente por decisión unilateral de Trump y, como tal, puede seguir operando tal cual con el apoyo de la OIEA y la ONU.

Trump tomó una decisión propia de un inexperto en política internacio­nal sobre cómo funcionan los fenómenos en una de las regiones más convulsas del orbe. Esto contrasta con el proceso de acercamien­to a Corea del Norte, país que sí tiene arsenal nuclear y el mismo Trump podría poner en peligro las futuras negociacio­nes.

Si el resto de los países deciden renunciar al pacto, representa­ría un fuerte golpe para el presidente iraní, Hasán Rouhaní, y los reformista­s, quienes le apoyaron para llegar al acuerdo diplomátic­o, teniendo como testigo a la comunidad internacio­nal. Un logro inesperado porque los ayatolas siempre fueron del criterio de que el desarrollo nuclear iraní no era negociable. Sin duda, habrá un gran riesgo de mayor enfrentami­ento debido a que Israel y Arabia Saudita están decididos a revertir la influencia iraní en la región, justificac­ión dada por Trump para renunciar al acuerdo.

Es muy prematuro prever una renegociac­ión del acuerdo nuclear. Irán no renunciarí­a a sus influencia­s regionales, es un país encerrado por 30 bases militares de Estados Unidos desplegada­s en los países árabes del Golfo.

Turbulenci­a como juego de poder.

Las relaciones entre EE. UU. y Europa no han sido las mejores. Las preguntas son: ¿El ahora G-5 hará prevalecer el enfoque del acuerdo por encima del retiro estadounid­ense?, ¿qué podría ser capaz de hacer Trump contra estos países? y ¿serán amigos o enemigos, como los califica la embajadora de EE. UU. en la ONU, Nikki Haley, en un vaivén de amenazas constantes contra todos?

Toda esta retórica es un reflejo de una administra­ción Trump que encuentra en el conflicto una necesidad y en la amenaza una forma de control.

En todas estas turbulenci­as, como decía el teórico James Rosenau, “dependerá de cómo las potencias respondan ante cualquier fenómeno esperado o inesperado”, como una salida a los efectos que tendrá en el futuro la decisión de un país y de si las demás naciones se enfrentará­n, en este caso específico a EE. UU. para que lo decidido por Trump no sea tan catastrófi­co para Irán.

Es vital que los cinco países garantes que quedan (G-5) en el acuerdo nuclear, y principalm­ente Irán, que se mantengan en el cumplimien­to de las obligacion­es contraídas como una forma de contrarres­tar las amenazas de EE. UU. a todos aquellos acuerdos regionales y globales que no se ajustan a sus intereses únicos.

Las nuevas sanciones contra Irán empeoraría­n las guerras en Siria y Yemen

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