La Nacion (Costa Rica)

El primer balón de Di Stéfano

- José David Guevara Breves jguevara@elfinancie­rocr.com

RPERIODIST­A etrocedamo­s 82 años. Imaginemos que estamos en 1936, sentados en las butacas de una sala de cine de barrio en Argentina, en donde se proyecta una película de vaqueros y pistoleros ambientada en el Viejo Oeste.

A pocos metros de nosotros hay un niño de 10 años, sumamente tímido y quien llegará a ser uno de los mejores jugadores de fútbol en la historia: Alfredo di Stéfano.

Como sucede en cada tanda, en aquel negocio se realiza una rifa entre todos los pequeños. De repente, el animador anuncia el número ganador: 14. ¿Adivinan quién lo tiene? Ni más ni menos que quien algún día deslumbrar­á al mundo jugando para los equipos argentinos River Plate y Huracán, el colombiano Millonario­s y el español Real Madrid. En esos equipos la Saeta Rubia dejó huella gracias a su resistenci­a, versatilid­ad táctica y precisión para anotar goles.

El güila se emociona cuando se entera de que el premio es un bonito balón de cuero, pero en cuanto lo recibe, se percata de que no le sirve para el balompié, pues se trata de una pelota de rugby, ovalada.

“Saltaba como un pollo”, diría años más tarde quien es considerad­o por Pelé, Maradona y Platini como el futbolista más grande de todos los tiempos. Pues bien, cuando Alfredito les enseñó la bola a los amigos del barrio Barracas con quienes mejengueab­a, estos decidieron tomar cartas en el asunto: entraron al cine y exigieron que les cambiaran el balón por uno redondo. La demanda prosperó.

Años después, ya como estrella de River, su entrenador, Carlos Peucelle, le dio una lección que nunca olvidaría.

“¿De qué está hecho el balón?”, preguntaba el técnico. “De cuero”, era la respuesta. “¿Y de dónde se saca el cuero?”, era la segunda interrogan­te. “De la vaca”, se le contestaba. “¿Y qué comen las vacas?”, volvía Peucelle a la carga. El veredicto no se hacía esperar: “Pasto”. Y el maestro remataba diciendo: “Pues dejad el balón en el pasto, chicos, es donde se supone que tiene que estar”.

Estos y otros episodios de la vida de Di Stéfano (1926-2014) forman parte del libro Di Stéfano. La historia completa, de Ian Hawkey, una obra en cuya cancha de papel me he deleitado los 90 minutos reglamenta­rios, los 30 de tiempos extra y ahora me encuentro en tanda de penales, no con una pelota de rugby, sino con una redonda.

Desde la tribuna

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