Ejes y acción
En su discurso al asumir la presidencia, Carlos Alvarado sintetizó un pasado, planteó prioridades, definió una metodología y señaló un horizonte.
Su relato histórico estuvo meticulosamente apegado –incluso en los benignos mitos– al que resuena en la mente de casi todos los costarricenses y genera identidad colectiva. Fue un acierto como estímulo al sentido de unidad y de misión compartida que movió su retórica; también, para fundamentar ese rasgo a menudo olvidado de nuestra evolución: la voluntad de innovación y cambio hundida en raíces y valores compartidos. En esto afincó su gran llamado: “¡Volvamos a ser excepcionales!”
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Comparto plenamente sus siete “ejes de acción”: impulsar una educación pertinente y de calidad, fortalecer la seguridad ciudadana con políticas integrales, ampliar el abordaje y la eficiencia en los servicios de salud, fortalecer el balance entre ambiente y desarrollo, mejorar la movilidad e infraestructura pública, generar empleo y bienestar con atención a las diferencias territoriales y recuperar la estabilidad fiscal. Sobre ella, alertó, “el tiempo está a punto de agotarse”. Es cierto.
Y como herramientas para la acción general prometió prudencia, valor, diálogo, y “seguimiento feroz”. Los necesitamos.
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¿Qué faltó? Primero, referencias claras, no implícitas, a dos factores clave de la política pública: el crecimiento económico y las relaciones exteriores. Segundo, traducir sus prioridades generales (al menos algunas) a metas, propuestas y plazos más concretos. La primera omisión quizá se deba a descuido; no creo que Alvarado desdeñe la necesidad de crecer y articular una sólida política internacional. La falta de detalles sobre sus “ejes”, en cambio, sí me la explico: su debilidad política frente a la gran dispersión partidista y los grupos de interés con alto poder de influencia lo obliga a realizar amarres antes de impulsar la acción.
La prudencia presidencial, la composición del gabinete y los primeros contactos con las fracciones legislativas generan optimismo sobre lo que podría venir y cuándo. Pero no pensemos en una luna de miel muy larga: en algún momento deberá ir más allá de “lo que nos une” (noción vaga reiterada en su discurso) para impulsar lo que necesitamos, aunque genere fricción. Será una gran prueba. Suerte.
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