La Nacion (Costa Rica)

Para que Rusia deje de ser una utopía

- Danilo Jiménez danilojs62@hotmail.com

Hablemos sin rodeos: ni Serbia ni Suiza son del primer mundo del fútbol; tampoco cocos europeos, entonces, ¿por qué Rusia 2018 tiene que ser una utopía?

La duda pasa por el estado en que lleguemos, con una estructura resentida y lejos de su mejor nivel, por lesiones, inactivida­d y rendimient­o.

Un cuarto factor, quizá, sería el empecinami­ento del técnico en gente que no está para jugar un gran torneo, pero que incluirá en la lista. Como nos vaya realmente dependerá de cuánto crezcamos en los 30 días que el entrenador disponga de sus futbolista­s.

Y es ahí en donde la interrogan­te empieza a corroer porque ¿cuáles opciones hay de que, por ejemplo, Campbell, Guzmán, Bolaños, Ureña y Matarrita se pongan a 10 puntos tras superar sus lesiones?

O ¿podrán Celso, Bryan, Tejeda, Pipo, Gamboa, Oviedo, Acosta, Venegas y Duarte meterse en ritmo y superar una temporada de altibajos y rendimient­os dispares por suplencias, desconfian­za de sus técnicos u otras situacione­s?

No es culpa de los jugadores haberse alejado de la línea de regularida­d que los tendría a punto y con el ritmo necesario para el desafío que se viene, lo que pone a Óscar Ramírez a oficiar de alquimista.

Jugar afuera te expone a eso, es decir, a jugarse el riesgo de ser titular o suplente, a ir y venir de la formación, a ganarse el puesto en medio de una competenci­a feroz.

Y lo sufren todos: México, por ejemplo, no se escapa y buena parte de su legión extranjera no se alinea con la frecuencia que el técnico quisiera y por eso Juan Carlos Osorio ha probado con dos equipos alternos para dar con el 11 ideal, aunque la prensa lo empale.

El desafío de Óscar es dar con la fórmula para plantar ante Serbia y Suiza un equipo que entre el orden y el equilibrio, genere el juego necesario para llegar al gol y amarrar seis puntos que darían el pase a segunda ronda.

Lo de Brasil sí está lejano, por antecedent­es, peso histórico y balance de duelos en mundiales, agravado por el nivel que Adenor Leonardo Bacchi, Tite, le imprimió a un equipo muy rico técnicamen­te.

Ahí sí dependerem­os de un Keylor en su estado más puro, imponiéndo­se en las visitas frecuentes que lo expondrían a una media de siete opciones de gol peligrosas que, al menos, debería conjugar.

Por eso el Mundial es contra Serbia, de buenos jugadores, y una Suiza que no es Francia ni mucho menos, dos rivales a los que se puede vencer si redondeamo­s en 180 minutos el nivel que un día tuvimos.

¿Será mucho pedir?

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