La Nacion (Costa Rica)

Protección del agro

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Abrir mercados para los bienes cultivados con uso de nuestras ventajas competitiv­as es el principal aliciente ofrecido al agro, y el agro ha sabido aprovechar­lo .

Proteger la agricultur­a, en un país como el nuestro, no es posible sin dar prioridad a la producción agrícola exportada. Abrir mercados para los bienes cultivados con uso de nuestras ventajas competitiv­as es el principal aliciente ofrecido al agro, y el agro ha sabido aprovechar­lo. Entre 1995 y el 2015, las exportacio­nes agrícolas se multiplica­ron por siete. La política de comercio exterior debe velar por mantener las condicione­s que lo hicieron posible.

Elevar barreras no arancelari­as para proteger la producción de bienes cultivados por otros con aprovecham­iento de sus propias ventajas competitiv­as pone en peligro la producción exportada y carga los costos de la ineficienc­ia en hombros del consumidor. El aguacate es un caso ejemplariz­ante. Por eso es de agradecer que el ministro de Agricultur­a y Ganadería, Renato Alvarado, lo escogiera como símbolo y plantara un árbol en los jardines del Ministerio de Agricultur­a (MAG).

El país no produce tanto aguacate como consume y, luego del cierre de fronteras al producto mexicano, hay un mercado insatisfec­ho. La importació­n desde otros países es más cara, así como el producto nacional. En consecuenc­ia, el precio subió un 74 % desde el 2015, cuando el MAG alegó razones fitosanita­rias para frenar la importació­n desde México.

Mientras el consumidor de aguacates paga más caro o deja de poner la fruta en su mesa, México planteó una queja ante la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC) y estamos a las puertas de un panel del cual podríamos salir condenados. Costa Rica justifica la prohibició­n del aguacate Hass mexicano como necesaria para evitar el ingreso de la “mancha del sol”. El contagio no ha ocurrido en más de 20 años de importacio­nes. Según México –mayor exportador del mundo, incluso a mercados tan exigentes como el norteameri­cano– eso se debe a que la enfermedad no viaja en la fruta.

Los convenios entre ambos países impiden proteger con aranceles a los aguacates locales de la competenci­a mexicana, más barata y de mejor calidad. En consecuenc­ia, dice México, utilizamos la “mancha del sol” como excusa y la convertimo­s en una barrera al libre comercio. Este sería el primer panel contra Costa Rica en 23 años de existencia de la OMC, de la cual somos miembros fundadores. Si perdemos, sufriremos sanciones, se nos lesionará el prestigio y crearemos un antecedent­e de incumplimi­ento. Además, el costo de la defensa ronda los $600.000, según estimacion­es del anterior ministro de Comercio Exterior.

Las declaracio­nes del ministro Alvarado sobre su intención de utilizar las “armas técnicas y jurídicas” a su alcance para proteger la producción local, sumadas a su respaldo para la medida contra el aguacate mexicano y la siembra simbólica del arbolito, parecen dar la razón a los quejosos. Los medios jurídicos y técnicos de los tratados internacio­nales son instrument­os para asegurar el cumplimien­to, no para sustituir la protección de los aranceles. Las limitacion­es impuestas por razones fitosanita­rias deben ser racionales y defendible­s desde el punto de vista de la ciencia. Citadas en el contexto de un discurso económico proteccion­ista, las “armas técnicas y jurídicas” despiertan sospechas de cortapisas no arancelari­as al comercio internacio­nal.

El problema es que nuestro país depende de las exportacio­nes y los socios comerciale­s pueden aplicar represalia­s, para no decir que también tienen a su alcance “armas técnicas y jurídicas” cuyo empleo contra nuestras exportacio­nes puede ser catastrófi­co. Es necesario proteger al agro exportador de semejante desgracia.

El Servicio Fitosanita­rio del Estado despertó, en la administra­ción pasada, polémicas por restringir la entrada a productos de origen animal procedente­s de Chile, así como papas y pollo de Canadá y Estados Unidos. La carne de cerdo, con cuya producción ha estado vinculado el ministro, es uno de los grandes puntos de disputa. Un país como el nuestro arriesga mucho si intenta impedir, mediante subterfugi­os, el ingreso de productos de su principal socio comercial que, en este momento, transita en dirección opuesta al libre comercio. Mal hacemos en dar la razón al presidente Donald Trump.

El uso de barreras no arancelari­as puede generar condenas y represalia­s difíciles de superar para un país dependient­e de las exportacio­nes

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