La Nacion (Costa Rica)

San Lucas, segregació­n y totalitari­smo

- Gustavo Chan Mora

Milan Kundera, escritor de origen checo, asegura que una de las mayores virtudes de la literatura es la de confrontar­nos con aquello que no somos capaces de ver en nuestra cotidianei­dad. El repaso de algunas obras de la literatura nos permite visualizar por lo menos dos grandes modelos para el ejercicio del poder de castigar en mano de los Estados. Albert Camus, con su novela La peste y su obra de teatro

El estado de sitio, da cuenta de uno de estos paradigmas punitivos. En la “ciudad apestada” se instala un control milimétric­o de la vida y los comportami­entos de las personas. El pensador francés Michel Foucault en Vigilar y castigar explica: “La inspección funciona sin cesar. La mirada está por doquier en movimiento: «Un cuerpo de milicia considerab­le, mandado por buenos oficiales y gentes de bien» (…). En las puertas, puestos de vigilancia; al extremo de cada calle, centinelas”.

Esta alusión evidencia un sueño de control social absoluto para extender el poder de vigilar y castigar hasta los ámbitos más íntimos de la gente. En caso de que no se le someta a límites, desde el derecho de la Constituci­ón y la ley ordinaria, esto entraña peligros enormes en el actual contexto. Las nuevas tecnología­s pueden generar una reducción de los espacios y posibilida­des de las libertades individual­es, que torne inviable su eficacia o aplicación real.

La lepra. Quienes sufrían lepra eran segregados de los núcleos de población, lejos de las prácticas de convivenci­a social y de todo sentimient­o de pertenenci­a comunitari­a. El leproso era arrojado hacia su muerte civil, y muchas veces hacia su muerte física. El uso de islas prisión, como San Lucas, sigue este paradigma punitivo.

El desgarrado­r relato literario de José León Sánchez (La isla de los hombres solos) permite entender hasta donde se puede llegar con esta forma de castigo. Dicha novela debería ser una fuente de memoria histórica para enfrentar el olvido o, peor aún, el desprecio de algunos con respecto a las consecuenc­ias del castigo basado en la segregació­n.

En los esquemas de castigo aludidos, subyacen dos objetivos no declarados para la sanción penal: “El uno es el de una comunidad pura [en el modelo de la lepra], el otro [para el modelo de la peste] el de una sociedad disciplina­da” (Foucault).

No es aventurado afirmar, entonces, que en las propuestas para el uso de uno u otro esquema también podemos leer aquellos objetivos como sueños y añoranzas no declaradas de quienes las sostienen.

Extremos. El “esquema de la lepra” caracteriz­a procesos históricos totalitari­os, como se aprecia en los ejemplos de los gulags soviéticos o de los campos de concentrac­ión del nacionalso­cialismo alemán. Pero también en las democracia­s liberales emerge y se extiende un pensamient­o totalitari­o (a veces subreptici­o, a veces explícito), que aboga para que numerosos grupos sociales sean tenidos como Untermensc­hen (subhumanos), sin derecho o libertad algunos. No es difícil entender de qué manera “conecta” esta forma de pensamient­o con la recurrente propuesta de reabrir San Lucas.

Ante esta tesitura, debe indagarse y evidenciar cuántos objetivos logrados con la segregació­n en el totalitari­smo se pretenden alcanzar en democracia­s formalment­e liberales.

Conclusion­es. Primera: las cosas por su nombre. Toda propuesta para reabrir la isla de San Lucas, dado su carácter marcadamen­te segregator­io, es un claro ejemplo de pensamient­o totalitari­o. Aun en democracia, ello contraría los fines de reinserció­n social asignados a la sanción penal desde el marco de la Convención Americana de Derechos Humanos.

Segunda, la visión de mundo de los operadores judiciales siempre incide en sus decisiones y propuestas. Las decisiones y proposicio­nes desde el cuerpo de la judicatura están determinad­as por los rasgos de carácter, las inclinacio­nes, las costumbres, los estereotip­os y prejuicios, en fin, por la visión de mundo de quienes las emiten.

Dado este contexto de realidad, que rodea la propuesta de reapertura de San Lucas, puede seguirse que su aceptación o su rechazo también evidencia el tamaño del dictadorzu­elo que nos habita como pueblo.

En palabras del mismo Milan Kundera en La insoportab­le levedad del ser: “En el imperio del kitsch totalitari­o, las respuestas están dadas de antemano y eliminan la posibilida­d de cualquier pregunta. De ello se desprende que el verdadero enemigo del kitsch totalitari­o es el hombre que pregunta. La pregunta es como un cuchillo que rasga el lienzo de la decoración pintada, para que podamos ver lo que se oculta tras ella”.

La literatura nos confronta con aquello que no somos capaces de ver en nuestra cotidianei­dad

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