La Nacion (Costa Rica)

En defensa del FEES

- José Rodrigo Conejo Salas

Apocos días de haber iniciado funciones la administra­ción Alvarado Quesada, en el movimiento estudianti­l surgen interrogan­tes sobre cuál será su posición en relación con el fortalecim­iento de la educación superior pública. El deficitari­o estado de las finanzas públicas y las reiteradas demandas para recortar el “gasto” público encienden nuestras alarmas.

Sobre educación superior, el plan de gobierno ofrecido por el entonces candidato Carlos Alvarado hablaba sobre entablar un diálogo permanente con las comunidade­s universita­rias y “garantizar el financiami­ento de las universida- des estatales por medio del Fondo Especial para la Educación Superior (FEES)”.

Un convenio firmado durante el gobierno de Laura Chinchilla y ratificado por la administra­ción Solís Rivera establece que del 8% para la educación un 1,5% debe destinarse al FEES.

La administra­ción anterior optó por negociar el presupuest­o año con año y no plurianual­mente, cercenando así toda posibilida­d de planificar el rumbo de las universida­des a mediano plazo.

Figuras del nuevo gobierno, como Rodolfo Piza, ministro de la Presidenci­a; Rocío Aguilar, ministra de Hacienda; Rodrigo Cubero, presidente del Banco Central; y Edna Camacho, coordinado­ra del Consejo Económico Presidenci­al; no solo liderarán áreas clave e incidirán en las negociacio­nes de la Comisión de Enlace, sino que también son destacados miembros de la Academia de Centroamér­ica. En el 2017 este centro publicó la investigac­ión ¿Qué produce y cuánto cuesta la educación universita­ria estatal en Costa Rica?, un reduccioni­sta informe sobre la situación de las universida­des públicas.

Dicho informe omite mencionar las diversas iniciativa­s de extensión y acción social desarrolla­das por las universida­des públicas en zonas de gran exclusión y crónico abandono estatal. El informe analiza las universida­des a partir de lo que “producen”, definiendo únicamente cuatro categorías: matrícula, cobertura, diplomas otorgados y carreras acreditada­s. Olvidemos la criticidad, el humanismo y la integralid­ad en la formación del estudianta­do.

Más para compartir.

Recienteme­nte, la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE) re- comendó al gobierno contabiliz­ar los recursos destinados a la atención de la primera infancia, el Instituto Nacional de Aprendizaj­e (INA) y la capacitaci­ón del funcionari­ado dentro del 8 % del PIB para la educación.

La medida, indirectam­ente, generaría un recorte de recursos al sector y crearía el espejismo de cumplir la disposició­n constituci­onal del 8 %.

Según informó La Nación, en una versión sustitutiv­a de la reforma fiscal, el gobierno anterior acogió la propuesta de la OCDE e incluyó una modificaci­ón para que el presupuest­o del INA se contemplar­a en el 8 % para educación. La exministra de Educación, Sonia Marta Mora, se opuso categórica­mente.

No obstante, una sentencia de la Sala Constituci­onal indica que no debe contemplar­se los recursos destinados al INA como parte del porcentaje de la producción nacional destinado a educación. Pese a esto, el editorial dominical de La Nación (6/5/2018) insistió irresponsa­blemente en la inconstitu­cionalidad de incluir el presupuest­o del INA y demás erogacione­s estatales dentro del 8 %.

En suma, son manifiesta­s las vergonzosa­s presiones para imponer la receta recortista aplicada a la inversión en educación pública durante los años ochenta. Recortar en educación sería, como lo ha señalado el Estado de la Nación, repetir el error histórico de dispararno­s en el pie.

¿Cumplirá el “gobierno del bicentenar­io” el mandato constituci­onal para la educación pública? ElPoder Ejecutivot­iene la palabra. Como estudiante­s, lucharemos para que se respete la Constituci­ón.

Como estudiante­s, lucharemos para que se respete la Constituci­ón y no se toque el FEES

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