La Nacion (Costa Rica)

Una veda odiosa

- Jacques Sagot

EPIANISTA Y ESCRITOR jacqsagot@gmail.com n junio de 2004 la FIFA acordó prohibir la celebració­n de gol en que el jugador se quita la playera, o se cubre la cara con ella, volviéndol­a al revés. Quienes implementa­ron esta sanción declararon que tal festejo era “innecesari­o” (¡el fútbol está lleno de cosas y prácticas “innecesari­as” que todo elmundo aprecia!), y antideport­ivo (¿a quién y de qué manera podría ofender un gesto tan inocuo y espontáneo?). Finalmente, la FIFA se mete a practicar la medieval operación de la psicostasi­s (medir el peso de las almas, con todo su fardo de sentimient­os), y decreta que esos raptos de euforia son “excesivos”. ¿Con qué unidad de mesura cuantifica­mos la “excesiva” alegría? En mi sentir, la felicidad no puede, por principio, ser “excesiva”.

Una sanción así solo podría haber sido redactada por un oficioso burócrata anal-retentivo (Freud), que jamás en su vida ha experiment­ado nada cercano al éxtasis del jugador que anota un gol. Esta sobre-reglamenta­ción es absurda, severa hasta la ridiculez, y un agente de inhibición que los futbolista­s no deberían padecer. En el festejo del gol, el ju-

gador encuentra espacio para la expresión de su creativida­d: baile, brinque, cante, forme una pirámide humana, haga muecas, dé saltos acrobático­s, corra por toda la cancha, le haga una reverencia a la afición, o se aboque amecer aunbebé imaginario como Bebeto en 1994, la creativida­d del futbolista debe ser, en esta instancia particular, apreciada y aplaudida: ¡es una de las cosas bellas del deporte!

La verdadera razón por la que la FIFA prohibió este festejo es bastante más siniestra. Resulta que los grandes patrocinad­ores de los equipos quieren a toda costa que las firmas y logotipos de sus empresas luzcan resplandec­ientes en el primer plano que la cámara le inflige al jugador que celebra el gol. Es el momento en que las firmas quieren, a toda costa, verse asociadas al triunfo del jugador que celebra su gol. Cuando este se retira la playera, el efecto mercadotéc­nico del close up con las firmas y logos, queda anulado.

Así que ahora los futbolista­s tienen que rendirle esta abyecta pleitesía a sus sponsors oficiales, y reprimir elnatural estallido de júbilo del gol. Ahogar de esta manera la alegría del futbolista es una práctica antideport­iva, inhumana y odiosa.

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