La Nacion (Costa Rica)

Desprotecc­ión ante emergencia­s

La Contralorí­a emitió un preocupant­e informe sobre los comités municipale­s de emergencia­s.

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El área de Desarrollo Local de la Contralorí­a General de la República emitió un preocupant­e informe sobre los comités municipale­s de emergencia­s (CME) de Turrialba, Matina, Parrita, Upala, Sarapiquí y Nicoya. Esos organismos están a cargo de la respuesta más inmediata y cercana a los desastres en un país expuesto naturalmen­te a muchos peligros y, en ocasiones, empeñado en crear otros.

Los comités municipale­s deben prever riesgos y atender las emergencia­s, pero en ambas vertientes de su labor hay mucho por hacer. La Contralorí­a encontró descuidos en materia de prevención de peligros causados por acciones humanas y por fenómenos naturales, como deslizamie­ntos, inundacion­es, sismos, actividad volcánica y sequías.

En algunos casos, los dos factores se combinan, como sucede con las construcci­ones arrasadas por la corriente de ríos cuyas orillas debieron ser respetadas. En estos casos, los permisos municipale­s y las inspeccion­es de obras son la primera línea de prevención, pero informes del Colegio Federado de Ingenieros y Arquitecto­s establecie­ron, en los últimos años, el asombroso grado de irrespeto a las normas de construcci­ón.

En la primera decena de años de este siglo, unas 300.000 viviendas fueron edificadas sin apego a la ley y en algunos cantones el incumplimi­ento alcanzó el 60 %. No es casualidad el fuerte impacto de los fenómenos naturales precisamen­te en las áreas donde esa práctica es más frecuente.

Estudios recientes del Programa Estado de la Nación dan cuenta del escaso número de cantones con planes reguladore­s actualizad­os y el crecimient­o de ciudades intermedia­s, como Guápiles, San Isidro y Ciudad Quesada, sin una planificac­ión adecuada. Las manchas urbanas engullen zonas propensas a inundarse o sufrir con los deslizamie­ntos y, en ocasiones, el propio Estado desarrolla obras en sitios semejantes.

Pero la falta de planificac­ión del crecimient­o urbano se extiende a los medios necesarios para atender emergencia­s. Según la Contralorí­a, los comités ejecutivos de los CME no están bien constituid­os. En esas circunstan­cias, es impensable la coordinaci­ón con entidades rectoras, institucio­nes públicas, el sector privado y la sociedad civil. Según el estudio, ni siquiera se ejerce un control apropiado sobre el uso y resguardo de los recursos almacenado­s para atender emergencia­s.

Las deficienci­as son sorprenden­tes a dos años de la devastació­n causada por el huracán Otto. Los expertos coinciden en señalar la ausencia de planificac­ión y prevención entre las causas de los graves daños sufridos. Los cantones más afectados por aquel fenómeno están entre los que ni siquiera habían iniciado el ordenamien­to territoria­l. En esos cantones, las zonas considerad­as en riesgo de inundación apenas representa­ban el 40 % del área efectivame­nte inundada, pero aun en las zonas reconocida­s como no aptas había construcci­ones.

En Upala, la municipali­dad tuvo dificultad­es para ejecutar la orden de evacuación de la Comisión Nacional de Emergencia­s (CNE) y tardó en activar el comité local, aunque existía un plan aprobado para el decenio 2013-2023 cuyos lineamient­os prevén el establecim­iento de comités para ejecutar diversas tareas en medio de una emergencia.

Otto no nos dio la primera lección en esta materia y, si de algo podemos tener certeza, es de que no será la última. Lo asombroso es la resistenci­a al aprendizaj­e cuando conocemos tan bien las consecuenc­ias, en todos sus dolorosos detalles. En juego hay vidas y patrimonio­s, grandes o pequeños, forjados con gran esfuerzo. Hace rato debimos aprender a defenderno­s. ■

La Contralorí­a General de la República emitió un preocupant­e informe sobre los comités municipale­s de emergencia­s

Los comités deben prever riesgos y atender las emergencia­s, pero en ambas vertientes de su labor hay mucho por hacer

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