Permisos de paternidad
Las disparidades entre mujeres y hombres en el mercado de trabajo son profundas y preocupantes. Reducirlas constituye un imperativo en materia de equidad, pero, además, una condición necesaria para promover el desarrollo económico.
Las mujeres no solo enfrentan mayores obstáculos para ingresar al mercado laboral, sino que, ya en él, experimentan más dificultades para emplearse.
La evidencia parece sugerir que aspectos reproductivos y de la forma en cómo son estructuradas las relaciones familiares a partir de ellos, tienen un peso determinante: la maternidad, la convivencia en pareja y la forma en que, al interior de los hogares, se distribuyen las cargas asociadas con ellas explicarían buena parte de las brechas.
Las licencias de maternidad, los permisos temporales asociados con el cuidado de los hijos, la posibilidad de reducir la jornada de trabajo o de modificar el lugar en donde se realizan las tareas son acciones de política pública o iniciativas espontáneas de empleadores que, aunque bien intencionadas, no crean los incentivos correctos para corregir los problemas de fondo y terminan ampliándolos, porque perpetúan la creencia de que para las mujeres es más sencillo ocuparse de criar a los hijos.
Al oscurecer la productividad del trabajo femenino, permiten que sea infravalorado: los empleadores descontarían, al contratar una mujer, la posibilidad de que se acoja a una licencia de maternidad o a algún esquema de flexibilización de jornada, lo que la pondría en desventaja frente a un hombre con las mismas calificaciones. Quizás sea hora de dar un paso más: permisos de paternidad obligatorios e intransferibles.
Con ellos pueden lograrse dos cosas: empleadores y trabajadores deberán hacerse la idea de que interrumpirán temporalmente su carrera laboral durante el nacimiento de sus hijos –esto debería cerrar parte de la brecha que las licencias de maternidad crean– y, lo que puede resultar aún más importante, probablemente terminarían alterando la forma en cómo las cargas asociadas con el cuido de los niños son repartidas al interior de los hogares. En palabras más sencillas, haría mucho más difícil para los hombres escapar de nuestras obligaciones en ese campo. El cambio social y cultural de atreverse a algo así sería simplemente maravilloso.