‘No dejen a nadie vivir acá’, suplica sobreviviente
SAN MIGUEL LOS LOTES. AP.- Orlando Páez no quiere volver a su pueblo, San Miguel Los Lotes, de donde escapó por poco de una riada ardiente de agua y ceniza volcánica mientras sus vecinos pedían ayuda a gritos antes de morir.
“No sé para qué lo vayan a utilizar, pero, por favor, que no dejen a nadie vivir acá, la verdad”, dijo Páez días después de la violenta erupción del volcán de Fuego en Guatemala.
Una buena pregunta es por qué las autoridades lo permitieron en un principio.
Situado en la ladera de un volcán muy activo, el poblado estaba justo en el camino de un barranco por el que descendió un torrente de lodo, rocas calientes, cenizas y demás material volcánico, cuando la montaña entró en erupción el domingo, y sepultó las casas hasta los tejados.
Aunque el volcán no había provocado semejante destrucción desde 1974, está activo, casi continuamente, desde el 2002 y en el último año ha expulsado varias veces lava o lahares (flujos de agua y sedimentos) por los cañones de sus laderas, que a veces recorrieron más de dos kilómetros.
Aun así, los vecinos dicen que desde que se formó el pueblo, en la década de 1950, como un asentamiento de recolectores de café de las plantaciones cercanas, estos ríos de piedras y ceniza nunca habían llegado a Los Lotes. Los habitantes creían estar a salvo.
Nadie, ni la agencia de gestión de desastres, imaginó lo que podía ocurrir.
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