Pioneros en uso del hidrógeno
La Asamblea Legislativa debe poner manos a la obra. La reforma para el acuerdo Recope- Ad Astra no ofrece mayor dificultad.
Impaciente, Franklin Chang aboga por impulsar el desarrollo de la producción de hidrógeno para usarlo en el transporte público, sin esperar una reforma a la Ley Orgánica de la Refinadora Costarricense de Petróleo (Recope) para permitirle incursionar en la explotación de combustibles alternativos, no derivados de los hidrocarburos.
En el 2014, la Contraloría General de la República frenó un convenio entre Recope y Ad Astra, la firma del científico, porque la producción de hidrógeno no está entre las competencias de la empresa estatal. Recope tiene un monopolio limitado a los hidrocarburos y sus derivados. No puede traspasar esa frontera.
Chang teme a la lentitud del trámite legislativo y los hechos le dan la razón. La objeción de la Contraloría se dio en el 2014 y, en ese instante, hubo una fuerte reacción social y política contra el impedimento para el desarrollo de la novedosa tecnología de la mano de uno de los científicos más destacados del país. Sin embargo, nada se ha hecho hasta la fecha.
Es imposible culpar a Chang por aplicar su ingenio y conocimientos a la construcción de un argumento para superar la traba. Aunque aboga por la producción de hidrógeno a partir del agua, el científico señala que el 30 % de la producción mundial se hace a partir del petróleo y cabría en las competencias fijadas por ley a Recope.
Parece injusto, sin embargo, limitar el esfuerzo a la producción derivada de hidrocarburos cuando el agua ofrece grandes ventajas y basta una pequeña reforma legal para poner el programa sobre ruedas. La producción del combustible exige agua y electricidad. Si se transporta esta última por la red nacional, el hidrógeno podría fabricarse dondequiera que haya agua. A diferencia de la electricidad, el reabastecimiento del combustible tarda poco y los vehículos pueden volver a la calle en cuestión de minutos.
El tema sería polémico si la pretensión fuera ampliar el monopolio de Recope para incluir los combustibles alternativos, pero darle la posibilidad de competir en el mercado abierto debería ser fácil, sobre todo si ya hay un convenio con Ad Astra. Los defensores de la mal llamada refinería podrían ver en el proyecto un medio para evitar su extinción merced al cambio tecnológico. Sus detractores no deberían temer a la competencia y el país podría constituirse en pionero de una energía limpia, capaz de limitar la contaminación del transporte, que es la más grave producida en territorio nacional.
La reforma legal también parece necesaria para concretar la directriz del presidente, Carlos Alvarado, sobre la transformación de Recope en una empresa dedicada a la investigación, desarrollo y producción de combustibles alternativos, entre los cuales está el hidrógeno. Hay otras opciones, pero ninguna es tan limpia y también podrían estrellarse contra las barreras legales vigentes.
La Asamblea Legislativa debe poner manos a la obra. La reforma necesaria para habilitar el convenio entre Recope y Ad Astra no ofrece grandes dificultades. De paso, convendría hacer los ajustes requeridos para eliminar impuestos a los autobuses impulsados por la nueva tecnología. La principal barrera a la adopción del hidrógeno es el altísimo costo de los vehículos y el Estado tiene razones de sobra para renunciar a los tributos con el propósito de hacerlos más asequibles.
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La Asamblea Legislativa debe poner manos a la obra. La reforma necesaria para habilitar el convenio entre Recope y Ad Astra no ofrece grandes dificultades
El tema sería polémico si la pretensión fuera ampliar el monopolio de Recope para incluir los combustibles alternativos, pero ese no es el caso