La Nacion (Costa Rica)

¿Y las armas qué?

- Eduardo Solano Solano

Una de las materias que más nos ocupa a las autoridade­s de la nueva administra­ción es la reducción de la tasa de homicidios dolosos. Junto con los megaoperat­ivos efectuados también debemos tomar medidas para atacar estructura­lmente las causas de la violencia.

Es innegable la relación entre las armas de fuego y los homicidios dolosos (uno de los principale­s problemas del país, declarado epidemia por la Organizaci­ón Mundial de la la Salud). Según informació­n divulgada por el Organismo de Investigac­ión Judicial (OIJ), al analizar la totalidad de los homicidios dolosos del 2017 se determinó que cerca del 72 % fueron cometidos con un arma de fuego.

Asimismo, de acuerdo con el análisis policial de los feminicidi­os, hecho por ese mismo organismo, el arma de fuego es el segundo instrument­o empleado en dichos asesinatos.

Si queremos reducir las tasas de homicidios dolosos, necesariam­ente debemos mirar hacia la regulación de la tenencia de armas como una solución indispensa­ble. Las experienci­as de otros países son ejemplos perfectos de cuáles caminos recorrer.

En Escocia se aprobó una fuerte regulación y los resultados no dejan espacio para las dudas: pasada una década, los crímenes con armas de fuego se han reducido en un 75 %, según datos revelados por ese gobierno. En Australia, la historia es parecida; en 1996 (posterior a un tiroteo masivo que cobró la vida de 35 personas) se aprobaron drásticas medidas regulatori­as que tuvieron un impacto positivo: una década después de esos cambios, los resultados fueron abrumadora­mente favorables, pues los homicidios con armas de fuego se redujeron en un 59 % y los suicidios en un 65 %.

En Costa Rica se han hecho esfuerzos por actualizar la regulación legal (la Ley de Armas y Explosivos vigente es de 1995); sin embargo, la oposición ha sido más fuerte que el interés público. Se han presentado innumerabl­es proyectos de ley para modificar la actual legislació­n, pero siempre enfrentan férrea oposición que evita su aprobación. Ya sean reformas integrales o parciales, ninguna supera la etapa de comisión legislativ­a. Mientras eso pasa, el desfasado marco jurídico es cómplice de muchos de los problemas de seguridad actuales.

Media docena de proyectos. La Comisión de Seguridad y Narcotráfi­co de la Asamblea Legislativ­a tiene más de seis iniciativa­s (entre reformas parciales e integrales) para la modificaci­ón de la Ley de Armas y Explosivos, sin que ninguna haya logrado avanzar.

La apuesta del Ministerio de Seguridad Pública se centra en los expediente­s 20.508 y 20.509. En ellos se establecen reformas parciales a la ley en cuestión y, siendo limitados, pero realistas ante la fuerte oposición que enfrentan, buscan dotar de herramient­as legales a las autoridade­s para ejercer un mejor control sobre la tenencia ilegal de armas o sobre la portación de armas prohibidas.

El énfasis de las reformas está puesto en el uso irregular de armas de fuego con la intención de llegar directamen­te a las organizaci­ones criminales; es decir, si usted es un usuario responsabl­e de un arma de fuego, no debe preocupars­e por esos proyectos.

Confiamos en que la Asamblea Legislativ­a llegue a los acuerdos requeridos para que los proyectos sean aprobados y podamos darles mejores herramient­as a las autoridade­s policiales para combatir a las organizaci­ones criminales.

Las actuales condicione­s son insuficien­tes para reducir la epidemia de homicidios que está viviendo el país, por lo cual las medidas aquí expuestas no solo son urgentes, sino también indispensa­bles si aspiramos a vivir en paz.

Reformar la Ley de Armas y Explosivos es necesario para combatir la ola de homicidios

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