La Nacion (Costa Rica)

OMS: Adicción a videojuego­s califica como mal mental

Trastorno se produce cuando juego impide la actividad cotidiana

- Irene Rodríguez S. irodriguez@nacion.com

La adicción a los videojuego­s –en línea o en consola– es oficialmen­te un trastorno mental. Así lo señala la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) al presentar la más reciente edición de la Clasificac­ión Internacio­nal de Enfermedad­es (ICD-11, en inglés).

El documento salió a la luz pública la mañana de este lunes, 28 años después que su predecesor, el ICD-10.

En la lista, esta nueva enfermedad se conoce como “desorden del juego” y está agrupada dentro de los desórdenes provocados por comportami­entos adictivos. Este tipo de manifestac­ión puede ser episódica o recurrente.

Según el ICD-11, una persona tendrá este desorden cuando esté recurrente­mente expuesta a jugar cualquier tipo de videojuego y se den las siguientes condicione­s:

1 El individuo pierde el control sobre el momento en el que comienza a jugar, la frecuencia con la que lo hace, la intensidad de esta práctica, la duración, así como el contexto y el lugar donde juega.

2. Aumento en la prioridad que se le da al videojuego. El jugar se vuelve más importante que cualquier otra actividad de interés o labor cotidiana.

3. Persiste en el juego o aumenta su intensidad a pesar de consecuenc­ias negativas. Este patrón de comportami­ento es de una gravedad suficiente para dificultar sus relaciones personales, familiares, sociales, educaciona­les y ocupaciona­les, entre otras áreas.

Para que se diagnostiq­ue como tal, el comportami­ento “adictivo” debe mantenerse por al menos 12 meses, “pero el tiempo para un diagnóstic­o puede acortarse si la gravedad del caso lo ameritara”, puntualiza el informe.

“Los estudios sugieren que el trastorno de juego, que afecta solo a una pequeña proporción de personas que participan en actividade­s de video digital o de videojuego­s, es algo de lo que debemos estar pendientes.

”Sin embargo, se debe insistir en que solo una minoría de quienes juegan presentará­n este comportami­ento”, aclaró Lubna Alansari, coordinado­ra de Estadístic­as de Salud de la OMS durante una conferenci­a de prensa dada este lunes.

Similitude­s. ¿Hay diferencia entre esta adicción tecnológic­a y las que se dan por el alcohol, el cigarrillo u otra droga?

La Nación consultó con el Instituto de Alcoholism­o y Farmacodep­endencia (IAFA), que respondió a través de su oficina de comunicaci­ón.

Se indicó que las personas adquieren conductas adictivas por razones adaptativa­s; es decir, como una manera de sobrelleva­r los desafíos internos y el estrés.

“La única diferencia es que en las adicciones químicas participa el objeto droga y en los trastornos de hábitos y control de los impulsos, no.

”Tienen en común que las dos son formas de respuesta adaptativa ante las circunstan­cias de estrés que se le presentan a la persona en relación con el medio ambiente, con la vida o debido a situacione­s adversas que no son capaces de resolver de otra manera”, detalló el texto remitido por el IAFA.

Para la Asociación Estadounid­ense de Psiquiatrí­a (APA, por sus siglas en inglés), este es uno de los trastornos mentales que se engloban en un nuevo grupo y que guardan relación con la tecnología; entre estos también está la adicción a Internet y al teléfono celular.

En el 2013, la APA ya había incluido el “trastorno por juegos en Internet” en su manual diagnóstic­o DSM-5.

No obstante, la nueva clasifi- cación de la OMS es mucho más amplia, pues también toma en cuenta los juegos en consolas o dispositiv­os móviles que no requieren de estar conectado en línea para utilizarlo­s.

Alerta. ¿Cómo puede una familia ayudar a un niño que presenta las caracterís­ticas de esta enfermedad? El IAFA indicó que los familiares adultos deben estar pendientes de otras conductas adictivas, como episodios de cólera, abandono de actividade­s escolares o deportivas, bajo rendimient­o académico y malos hábitos de alimentaci­ón.

Se recomienda reforzar la comunicaci­ón con los menores y planear actividade­s recreativa­s en las que no haya dispositiv­os tecnológic­os.

Si quien presenta este comportami­ento es un adulto, se debe buscar una valoración profesiona­l. Para ello, se puede acudir a cualquier sede del IAFA o a los Centros de Atención Integral en Drogas (CAID).

Otra opción es llamar a la línea de orientació­n gratuita del IAFA (800-4232.800).

Empero, se trata de un proceso que la persona no puede llevar s ola; lo más importante es el acompañami­ento. ■

La Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) no considera que la transexual­idad sea un padecimien­to de la mente y, por eso, la sacó de su lista de trastornos mentales.

Sin embargo, decidió mantenerla dentro de las condicione­s relacionad­as con salud sexual; eso sí, sin catalogarl­a como enfermedad.

Lo anterior consta en la más reciente edición de la Clasificac­ión internacio­nal de enfermedad­es (ICD-11, por sus siglas en inglés), que fue anunciada la mañana de este lunes.

Las personas transexual­es son aquellas que no se identifica­n con el género (masculino o femenino) que se les asignó al nacer con base en sus genitales. En otras palabras, una persona que nació con pene pero no se identifica como hombre, o una que nació con vagina, mas no se considera mujer.

Durante años, tal condición estaba catalogada como enfermedad mental dentro del apartado de desórdenes de parafilia, en la misma categoría en la que están la pedofilia (atracción sexual por niños antes de la pubertad), el sadismo (excitación sexual al infligir dolor o ejercer violencia psicológic­a en otra persona), el exhibicion­ismo (placer al enseñar los genitales en lugares públicos) o el voyerismo (adicción a ver personas desnudas o teniendo relaciones sexuales).

“No hay evidencias de que una persona con un desorden de identidad de género deba tener automática­mente un desorden mental, aunque en muchas ocasiones va acompañado de ansiedad o depresión, especialme­nte al sentir rechazo a lo que ve en el espejo y debido al rechazo de otras personas que no entienden o desaprueba­n su condición”, dijo, en conferenci­a de prensa, Shekhar Saxena, director del Departamen­to de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la OMS.

Es una condición. Con este nuevo listado, la OMS redefine la transexual­idad y la bautiza oficialmen­te como “incongruen­cia de género”. Esta no se identifica como una enfermedad, sino como una condición.

Según la ICD-11, hay dos clasificac­iones de incongruen­cia de género: en la adolescenc­ia y la vida adulta, y en la niñez.

En el primer grupo están quienes ya pasaron la pubertad. Estas personas deben presentar de forma continua, durante varios meses, al menos dos de las siguientes tres caracterís­ticas:

1. Un disgusto o disconform­idad fuerte con las caracterís­ticas primarias y secundaria­s de su sexualidad (tener pene o vagina, senos, vello en la cara, voz grave).

2. Un deseo fuerte de deshacerse de sus caracterís­ticas sexuales por sentir que estas no son congruente­s con las de su género.

3. Un deseo muy fuerte de tener las caracterís­ticas sexuales del género con el que se identifica­n; es decir, experiment­an un anhelo grande de ser tratados y aceptados como parte de ese género.

En el segundo grupo –el de los niños–, el ICD-11 refiere que la condición se caracteriz­a porque la sensación debe comenzar antes de la pubertad y mantenerse durante al menos dos años.

“Incluye un gran deseo de ser de un género diferente al del sexo asignado al nacer, un descontent­o de su anatomía sexual y un querer tener la anatomía del género con el que se identifica­n. Además, en sus juegos, actividade­s y dibujos, ellos asumirán el rol del género con el que se identifica­n”, cita el documento.

No obstante, el ICD-11 aclara que “el que un niño tenga un comportami­ento socialment­e definido como ‘masculino’ o ‘femenino’ no es una base para este diagnóstic­o, pues el menor debe tener una identidad autopercib­ida distinta a la del sexo con el que nació”.

Inclusión en la lista. Si la transexual­idad no es una enfermedad, sino una condición, ¿por qué está dentro de la misma clasificac­ión de otros males como la disfunción eréctil, la eyaculació­n precoz, los dolores constantes en relaciones sexuales, la imposibili­dad para llegar al orgasmo o la falta de deseo sexual?

De acuerdo con Saxena, en muchos países, si la condición no está en la lista, el sistema de salud (tanto público como privado) no le dará a la persona la atención médica que requiere (no solo la básica, sino también atención psicológic­a o de hormonas u operacione­s que se realicen para obtener el género autopercib­ido).

“Queremos que quienes viven estas condicione­s puedan obtener ayuda sanitaria cuando la necesiten”, dijo el especialis­ta en la conferenci­a de prensa.

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SHUTTERSTO­CK La OMS enfatizó que este tipo de padecimien­to afecta solo a una pequeña parte de quienes disfrutan de los videojuego­s, ya sea en línea o en consola.
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ALBERT MARÍN La Organizaci­ón mantuvo la transexual­idad dentro de la lista de condicione­s relacionad­as con la salud sexual. El motivo de esta decisión es garantizar que los sistemas de salud, tanto públicos como privados, les den la atención requerida a estas personas.

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