OMS: Adicción a videojuegos califica como mal mental
Trastorno se produce cuando juego impide la actividad cotidiana
La adicción a los videojuegos –en línea o en consola– es oficialmente un trastorno mental. Así lo señala la Organización Mundial de la Salud (OMS) al presentar la más reciente edición de la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11, en inglés).
El documento salió a la luz pública la mañana de este lunes, 28 años después que su predecesor, el ICD-10.
En la lista, esta nueva enfermedad se conoce como “desorden del juego” y está agrupada dentro de los desórdenes provocados por comportamientos adictivos. Este tipo de manifestación puede ser episódica o recurrente.
Según el ICD-11, una persona tendrá este desorden cuando esté recurrentemente expuesta a jugar cualquier tipo de videojuego y se den las siguientes condiciones:
1 El individuo pierde el control sobre el momento en el que comienza a jugar, la frecuencia con la que lo hace, la intensidad de esta práctica, la duración, así como el contexto y el lugar donde juega.
2. Aumento en la prioridad que se le da al videojuego. El jugar se vuelve más importante que cualquier otra actividad de interés o labor cotidiana.
3. Persiste en el juego o aumenta su intensidad a pesar de consecuencias negativas. Este patrón de comportamiento es de una gravedad suficiente para dificultar sus relaciones personales, familiares, sociales, educacionales y ocupacionales, entre otras áreas.
Para que se diagnostique como tal, el comportamiento “adictivo” debe mantenerse por al menos 12 meses, “pero el tiempo para un diagnóstico puede acortarse si la gravedad del caso lo ameritara”, puntualiza el informe.
“Los estudios sugieren que el trastorno de juego, que afecta solo a una pequeña proporción de personas que participan en actividades de video digital o de videojuegos, es algo de lo que debemos estar pendientes.
”Sin embargo, se debe insistir en que solo una minoría de quienes juegan presentarán este comportamiento”, aclaró Lubna Alansari, coordinadora de Estadísticas de Salud de la OMS durante una conferencia de prensa dada este lunes.
Similitudes. ¿Hay diferencia entre esta adicción tecnológica y las que se dan por el alcohol, el cigarrillo u otra droga?
La Nación consultó con el Instituto de Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA), que respondió a través de su oficina de comunicación.
Se indicó que las personas adquieren conductas adictivas por razones adaptativas; es decir, como una manera de sobrellevar los desafíos internos y el estrés.
“La única diferencia es que en las adicciones químicas participa el objeto droga y en los trastornos de hábitos y control de los impulsos, no.
”Tienen en común que las dos son formas de respuesta adaptativa ante las circunstancias de estrés que se le presentan a la persona en relación con el medio ambiente, con la vida o debido a situaciones adversas que no son capaces de resolver de otra manera”, detalló el texto remitido por el IAFA.
Para la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA, por sus siglas en inglés), este es uno de los trastornos mentales que se engloban en un nuevo grupo y que guardan relación con la tecnología; entre estos también está la adicción a Internet y al teléfono celular.
En el 2013, la APA ya había incluido el “trastorno por juegos en Internet” en su manual diagnóstico DSM-5.
No obstante, la nueva clasifi- cación de la OMS es mucho más amplia, pues también toma en cuenta los juegos en consolas o dispositivos móviles que no requieren de estar conectado en línea para utilizarlos.
Alerta. ¿Cómo puede una familia ayudar a un niño que presenta las características de esta enfermedad? El IAFA indicó que los familiares adultos deben estar pendientes de otras conductas adictivas, como episodios de cólera, abandono de actividades escolares o deportivas, bajo rendimiento académico y malos hábitos de alimentación.
Se recomienda reforzar la comunicación con los menores y planear actividades recreativas en las que no haya dispositivos tecnológicos.
Si quien presenta este comportamiento es un adulto, se debe buscar una valoración profesional. Para ello, se puede acudir a cualquier sede del IAFA o a los Centros de Atención Integral en Drogas (CAID).
Otra opción es llamar a la línea de orientación gratuita del IAFA (800-4232.800).
Empero, se trata de un proceso que la persona no puede llevar s ola; lo más importante es el acompañamiento. ■
La Organización Mundial de la Salud (OMS) no considera que la transexualidad sea un padecimiento de la mente y, por eso, la sacó de su lista de trastornos mentales.
Sin embargo, decidió mantenerla dentro de las condiciones relacionadas con salud sexual; eso sí, sin catalogarla como enfermedad.
Lo anterior consta en la más reciente edición de la Clasificación internacional de enfermedades (ICD-11, por sus siglas en inglés), que fue anunciada la mañana de este lunes.
Las personas transexuales son aquellas que no se identifican con el género (masculino o femenino) que se les asignó al nacer con base en sus genitales. En otras palabras, una persona que nació con pene pero no se identifica como hombre, o una que nació con vagina, mas no se considera mujer.
Durante años, tal condición estaba catalogada como enfermedad mental dentro del apartado de desórdenes de parafilia, en la misma categoría en la que están la pedofilia (atracción sexual por niños antes de la pubertad), el sadismo (excitación sexual al infligir dolor o ejercer violencia psicológica en otra persona), el exhibicionismo (placer al enseñar los genitales en lugares públicos) o el voyerismo (adicción a ver personas desnudas o teniendo relaciones sexuales).
“No hay evidencias de que una persona con un desorden de identidad de género deba tener automáticamente un desorden mental, aunque en muchas ocasiones va acompañado de ansiedad o depresión, especialmente al sentir rechazo a lo que ve en el espejo y debido al rechazo de otras personas que no entienden o desaprueban su condición”, dijo, en conferencia de prensa, Shekhar Saxena, director del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la OMS.
Es una condición. Con este nuevo listado, la OMS redefine la transexualidad y la bautiza oficialmente como “incongruencia de género”. Esta no se identifica como una enfermedad, sino como una condición.
Según la ICD-11, hay dos clasificaciones de incongruencia de género: en la adolescencia y la vida adulta, y en la niñez.
En el primer grupo están quienes ya pasaron la pubertad. Estas personas deben presentar de forma continua, durante varios meses, al menos dos de las siguientes tres características:
1. Un disgusto o disconformidad fuerte con las características primarias y secundarias de su sexualidad (tener pene o vagina, senos, vello en la cara, voz grave).
2. Un deseo fuerte de deshacerse de sus características sexuales por sentir que estas no son congruentes con las de su género.
3. Un deseo muy fuerte de tener las características sexuales del género con el que se identifican; es decir, experimentan un anhelo grande de ser tratados y aceptados como parte de ese género.
En el segundo grupo –el de los niños–, el ICD-11 refiere que la condición se caracteriza porque la sensación debe comenzar antes de la pubertad y mantenerse durante al menos dos años.
“Incluye un gran deseo de ser de un género diferente al del sexo asignado al nacer, un descontento de su anatomía sexual y un querer tener la anatomía del género con el que se identifican. Además, en sus juegos, actividades y dibujos, ellos asumirán el rol del género con el que se identifican”, cita el documento.
No obstante, el ICD-11 aclara que “el que un niño tenga un comportamiento socialmente definido como ‘masculino’ o ‘femenino’ no es una base para este diagnóstico, pues el menor debe tener una identidad autopercibida distinta a la del sexo con el que nació”.
Inclusión en la lista. Si la transexualidad no es una enfermedad, sino una condición, ¿por qué está dentro de la misma clasificación de otros males como la disfunción eréctil, la eyaculación precoz, los dolores constantes en relaciones sexuales, la imposibilidad para llegar al orgasmo o la falta de deseo sexual?
De acuerdo con Saxena, en muchos países, si la condición no está en la lista, el sistema de salud (tanto público como privado) no le dará a la persona la atención médica que requiere (no solo la básica, sino también atención psicológica o de hormonas u operaciones que se realicen para obtener el género autopercibido).
“Queremos que quienes viven estas condiciones puedan obtener ayuda sanitaria cuando la necesiten”, dijo el especialista en la conferencia de prensa.