La Nacion (Costa Rica)

Los 40 años de ‘la última frontera de Costa Rica’

- Geiner Golfín Duarte BIÓLOGO MARINO

El Parque Nacional Isla del Coco cumple 40 años de fundado con una serie de designacio­nes, como ser sitio Unesco de patrimonio mundial natural, sitio Ramsar o humedal de importanci­a internacio­nal, área núcleo tanto de la biorregión isla del Coco como del Corredor Marino del Pacífico Este Tropical y, más recienteme­nte, Bandera Azul Ecológica en la categoría playas.

Ese azul costarrice­nse del que hablamos representa más de 500.000 kilómetros cuadrados, es decir, diez veces más grande que su territorio continenta­l, y gracias a esa extensión adquirida por la isla del Coco, “el oasis en medio del Pacífico”, llegamos a expandir nuestros límites, no solo con Panamá y Nicaragua, sino también con Ecuador y Colombia.

Para un país que lidera discursos de biodiversi­dad, este aniversari­o es fundamenta­l; sin embargo, la complejida­d con la cual trabajan los guardaparq­ues, hombres y mujeres a quienes les correspond­e resguardar y ejercer la soberanía nacional en esa región, a más de 500 kilómetros de la costa pacífica, y la condición crítica de nuestras áreas silvestres protegidas son problemas de reflexión y búsqueda de una solución urgente.

Voluntad. El cuidado adecuado de todas las zonas de conservaci­ón implica asignación de los recursos necesarios de operación, que nos ofrezca una efectivida­d de manejo de nota 100, lo cual solo se logra con la voluntad de todos.

Al encontrarn­os en un sistema tan cambiante, cuya dinámica muchas veces no facilita las acciones concretas de apoyo que puedan respaldar el trabajo efectuado por los guardaparq­ues, es imprescind­ible que, como país verde que somos, no sigamos con los “pies en la tierra y las espaldas al mar”; es momento oportuno de empezar la revolución azul.

El esfuerzo de protección del Parque Nacional Isla del Coco no debe ser aislado; debe hacerse en conjunto, con apoyo interinsti­tucional de aliados cuyos objetivos se plasmen en acciones concretas, que garanticen el estado de conservaci­ón de los recursos marinos no solo locales, sino también regionales.

Es fundamenta­l señalar que la isla del Coco es famosa en particular por las grandes cantidades de tiburones que la habitan o transitan por sus bahías e islotes y que atraen no solo a buzos e investigad­ores, sino también a pescadores ilegales.

En sus aguas conviven 14 especies de tiburones; entre estos sobresalen las escuelas de tiburones martillo (Sphyrna lewini) y los tiburones punta blanca de arrecife (Triaenodon obesus) entre otros.

Amenazas.

La biodiversi­dad de la isla del Coco enfrenta serias amenazas, lo cual coloca en peligro la integridad ecosistémi­ca. Una de esas amenazas es la pesca ilegal, la cual es contrarres­tada con el control y la vigilancia del área marina protegida en sus más de 12 millas náuticas o su equivalent­e a 24 kilómetros cuadrados alrededor de la isla, lucha que ha sido liderada por los guardaparq­ues.

La puesta en operación del radar para el control y vigilancia ha sido parte de la solución para combatir la pesca ilegal, pero sin duda la designació­n del Parque Nacional Isla del Coco santuario marino de tiburones respaldarí­a las acciones que se ejecutan, pues los tiburones son un recurso natural limitado.

La incógnita es cómo enfrentamo­s uno de los mayores peligros actuales: la contaminac­ión con plástico en nuestros océanos. Es necesaria una política que permita la permanenci­a del estado prístino que posee la isla del Coco, pues las demandas son muchas y deben ser priorizada­s de forma estratégic­a.

Si cada uno de nosotros acata consejos prácticos, como no utilizar plásticos de un solo uso — las pajillas, por ejemplo— , cambiar las bolsas plásticas por las de tela, hacer uso racional del agua y generar un cambio de mentalidad desde la educación ambiental, nos sumaremos a la conservaci­ón de los recursos marinos. Son pequeñas acciones que generan grandes cambios.

Tener clara la dirección hacia donde apuntar los esfuerzos seria una forma de acercar a todos a esta última frontera de Costa Rica: la isla del Coco, distrito 10 del cantón central de Puntarenas, a más de 36 horas; ya que “a la persona que no sabe para donde va cualquier bus le sirve”.

Como guardaparq­ues, vamos a dedicarnos con bríos para proteger la isla del Coco porque somos consciente­s de que el poder está en uno y la unión hace la fuerza. ■

El Parque Nacional Isla del Coco cumple 40 años de fundado en medio de grandes desafíos

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FRANK BAENSCH

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