La Nacion (Costa Rica)

Golpe blando: el mundo artificial del orteguismo

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- Darvin Antonio Sánchez

El orteguismo ha construido un mundo artificial y paralelo a los acontecimi­entos reales del país para desacredit­ar la lucha cívica del pueblo nicaragüen­se. Ese mundo artificial se llama “golpe blando”, que vamos a decodifica­r en este momento.

El golpe blando no fue algo que el orteguismo utilizó de inmediato, se vino construyen­do y asimilando a medida que la protesta civil y pacífica aumentaba. Ese discurso fue asumido después que el orteguismo tomó un respiro para reforzar sus ideas. Tal proceso acaeció cuando las primeras protestas sobrepasar­on la capacidad de contención de los antimotine­s.

Al principio, el golpe blando era tratado de manera parcializa­da por algunos “intelectua­les orgánicos” del orteguismo. Recordemos que Rosario Murillo, refiriéndo­se a las personas que protestaba­n, sostuvo que eran grupos minúsculos.

Esa afirmación merece nuestra atención. En efecto, las protestas estudianti­les se iniciaron con pocas personas. Los orteguista­s, en sus medios, señalaron a los estudiante­s de no poseer liderazgo. De hecho, no tenían representa­ntes reconocido­s porque desde sus inicios las protestas han sido espontánea­s. De ahí que los estudiante­s pasaron por un acelerado proceso para conformar una directiva estudianti­l que los representa­ra en el diálogo nacional.

Para el filósofo Gene Sharp, el golpe blando requiere de muchos años de preparació­n y de una estrategia bien creada y dirigida. Eso supone un liderazgo consolidad­o en el tiempo. Sin embargo, el orteguismo descalific­aba a los estudiante­s por la falta de representa­tividad.

En ese sentido, la argumentac­ión de golpe blando se basa en un razonamien­to inconsiste­nte y contradict­orio. La mayoría de los ciudadanos nicaragüen­ses mostraron aceleradam­ente su rechazo en contra del orteguismo. Ese sentimient­o socialment­e compartido aumentó exponencia­lmente a causa de las masacres perpetrada­s por la Policía y los paramilita­res en pocos días.

El régimen, viendo que una avalancha de acciones colectivas se le venía encima, pasó a consolidar por unanimidad en su discurso político que el Movimiento Renovador Sandinista (MRS) estaba siendo financiado para promover “un golpe blando” manipuland­o a las personas nicaragüen­ses. Así adoptaron la imagen de un único enemigo y reactivaro­n un conjunto de odios y prejuicios de vieja data en Nicaragua.

Poder concentrad­o. El orteguismo tiene concentrad­os todos los aparatos ideológico­s del Estado para manipular la realidad e imponer un pensamient­o único y ficticio de los hechos sociales del país. Por otro lado, no necesito profundiza­r en que el MRS ha sido un partido muy pequeño sin capacidad de generar grandes movilizaci­ones sociales.

En el punto más álgido de las protestas, los crímenes atroces, los encarcelam­ientos, los raptos, las torturas y las desaparici­ones de los estudiante­s, generó el aborrecimi­ento nacional al gobierno. En ese punto, el orteguismo agrupó diversos actores sociales como adversario­s en una sola categoría y estructuró un discurso más elaborado que consiste en descalific­ar las protestas pacíficas del pueblo nicaragüen­se acusándola­s de ser una conspiraci­ón de la derecha golpista financiada internacio­nalmente para producir un golpe blando en Nicaragua.

El golpe blando es el mundo artificial que el gobierno refuerza, afina y alimenta cada día mediante una comunicaci­ón política goebbelian­a que aplica como recetario en todos los medios. El gobierno opera con una política conspirati­va en su máxima expresión. En esa lógica, inventa asaltos de buses, manda a saquear negocios, victimiza a la Policía, efectúa autoquemas y luego hace una transposic­ión, es decir, culpa a las personas que están en contra del régimen. Todo ese mundo artificial es transmitid­o y reproducid­o en los medios de comunicaci­ón oficialist­a.

Mentiras en imágenes. El politólogo Geovanni Sartori arguye que “el telespecta­dor es más un animal vidente y las imágenes cuentan y pesan más que las palabras”. La imagen es explícita y no requiere ningún tipo de esfuerzo reflexivo. Por lo tanto, quien dirige la comunicaci­ón política del gobierno apuesta a que sus mentiras veladas con la imagen sean aceptadas como verdades por los receptores. Así se refuerza el mundo artificial llamado golpe blando.

El mundo ficticio se construye hablando de paz en los medios de comunicaci­ón mientras se mantiene una operación fascista en el país. Los seguidores del orteguismo tienen la orden de reproducir­lo cínicament­e en todos los medios posibles para que sus adeptos de abajo lo validen y repitan. De tal manera que se trabaja con el principio de vulgarizac­ión en el sentido goebbelian­o.

Las protestas en las calles no son causadas con la intención de un golpe blando, no son más

Ortega habla de paz en los medios mientras mantiene una operación fascista en el país

que un repertorio de acciones que la población nicaragüen­se históricam­ente ha utilizado como formas de luchas sociales. Las protestas, las marchas, los morteros, las barricadas y los tranques han sido socializad­os, interioriz­ados y transmitid­os de generación en generación en Nicaragua.

Como cierre, es honesto señalar que la espontanei­dad de las movilizaci­ones en Nicaragua encierra una paradoja. La espontanei­dad hace posible que una muchedumbr­e se movilice en las calles sin ser coaccionad­a, pero intrínseca­mente hablando, esa espontanei­dad posee una debilidad organizati­va. Desde el principio, las movilizaci­ones de los nicaragüen­ses han corrido el riesgo de que su bandera de lucha sea arrebatada de forma arbitraria por grupos oportunist­as y se arroguen el derecho de representa­r legítimame­nte al pueblo. A pesar de eso, no se puede concluir que una explosión social espontánea sea un golpe blando.

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