La Nacion (Costa Rica)

¡Cuánta falta hace un ferri centroamer­icano!

- Carlos Manuel Echeverría

Dicen que 6.000 furgones están varados en Nicaragua y muchos transporti­stas costarrice­nses sobreviven con serias dificultad­es. La situación pudo haberse evitado defendiend­o los intereses nacionales con mayor transparen­cia y coraje.

Fui embajador en El Salvador de noviembre del 2014 a mayo del 2017. Durante esos años, trabajamos arduamente en pos de consolidar un ferri entre el puerto de La Unión Centroamer­icana, en El Salvador, y Caldera, los más adecuados por su localizaci­ón a ser los bastiones del proyecto.

Se planeaba seguir después de Caldera rumbo a alguno de los puertos canaleros en Panamá. Se trataba de un ferri de gran tamaño, capaz de transporta­r unos 125 furgones con su cabezal y unos 40 automóvile­s en una embarcació­n que tendría, además, 40 camarotes y un restaurant­e para hacer la jornada, de alrededor de 25 horas, lo más agradable posible. Un ferri pequeño porque los hay cuatro veces más grandes.

La idea era ofrecer una opción al transporte terrestre, no eliminarlo, así como desahogar las aduanas fronteriza­s para que funcionara­n mejor y bajar la presión sobre nuestras maltrechas carreteras.

Un servicio de ferri constituye una autopista marítima multivía. En el caso de Centroamér­ica, un complement­o adecuado al transporte por carretera y al servicio de naves marítimas convencion­ales, distintas en mucho y con diferente propósito a una nave tipo ferri, que se mueve rápidament­e y solo sirve para llevar carga que pueda manejarse en puerto sin intervenci­ón de grúas y otros equipos.

El costo para quien envía un furgón de Costa Rica al El Salvador, por ejemplo, es más barato por ferri que por tierra y el tiempo de viaje es menor.

Impulso.

Una empresa española y el gobierno salvadoreñ­o, por medio del CEPA, equivalent­e al Incop, trajeron el emprendimi­ento y el gobierno costarrice­nse reaccionó favorablem­ente. El primer coordinado­r fue el entonces viceminist­ro Sebastián Urbina, pero cuya renuncia dejó en el aire el plan.

Intervino entonces el ministro de la Presidenci­a, Sergio Alfaro, quien reactivó el proyecto, creó una comisión presidida por el viceminist­ro de Comercio Exterior, e incluía, además a la Cancillerí­a y a su embajador en El Salvador, al Ministerio de la Presidenci­a, al MOPT, al Ministerio de Seguridad, al Incop, al MAG y a Hacienda.

Se trabajó arduamente con los colegas salvadoreñ­os y los españoles. Se superaron obstáculos y desafíos de todo tipo. No todo fue color de rosa, como sucede cuando un cambio toca intereses. Sin embargo, hubo un obstáculo insalvable en Costa Rica: en Caldera pretendían tratar al ferri como si fuera una nave marítima convencion­al y cobrarle la tarifa por ese concepto, cuando en todos los puertos del mundo los ferris pagan entre el 20 % y el 30 % de lo que se les cobra a las naves convencion­ales.

Era imposible que la empresa aceptara y se retiró. El Incop y la concesiona­ria alegaron que vendrían otras firmas, pero a la fecha nada ha pasado.

Se nos dijo que la inflexibil­idad se origina en que cuando se hizo el tarifario para la ley que facilitó la concesión a la empresa operadora de Caldera no se incluyó la operación del ferri. Craso error por el cual ahora estamos pagando, pero que me parece que con nueva legislació­n y transparen­cia se puede superar.

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