Fantasma del fraude electoral continúa presente en México
→En la gente y entre políticos subsisten la sospecha y la desconfianza →Para el Instituto Nacional Electoral, hacer trampa ‘es imposible’ ahora
CIUDAD DE MÉXICO. - Cada campaña electoral, el fantasma del fraude regresa a México tanto en el imaginario popular como entre las élites partidarias. Y esta no ha sido la excepción.
“Que no se atrevan a querer hacer un fraude, porque sí se van a encontrar con el diablo”, dijo, esta semana, Yeidckol Polevnsky, presidenta de Morena, una de las organizaciones que componen la alianza Juntos Haremos Historia, del candidato Andrés Manuel López Obrador, quien encabeza las intenciones de voto rumbo a los comicios de mañana.
López Obrador se presenta por tercera vez como candidato presidencial luego de haber alegado en dos ocasiones –2006 y 2012– que hubo fraude.
La campaña electoral estuvo marcada por temas de debate nacional como la corrupción y la violencia, aunque las sospechas sobre posibles irregularidades se mantienen vivas.
En las calles hay incluso personas que aseguran con pavorosa certeza que habrá fraude, casi sin atender razones técnicas de autoridades y expertos que aseguran que las posibilidades de que ahora ocurra son remotas, sino imposibles.
Antecedentes de amaño. El fantasma se basa en una larga tradición de décadas de manipulación de las elecciones que incluye muertos que votan, compra de sufragios, robo o quema de boletas, amenazas con armas en comunidades enteras y recuentos amañados, sobre todo en las zonas más alejadas.
Fue una época en la que prácticamente cualquier rincón del
país lo dominaba el Partido Revolucionario Institucional (PRI) , que mantuvo la Presidencia de manera ininterrumpida por siete décadas hasta el 2000 y luego la recuperó en el 2012.
Uno de los momentos cumbres en torno a los fraudes electorales ocurrió en 1988, cuando el sistema informático de conteo se “cayó” justo en el momento que el candidato opositor Cuauhtémoc Cárdenas llevaba una pequeña ventaja.
Las autoridades del PRI (de gobierno) alegaron que hubo una saturación de las líneas telefónicas –la forma en que se enviaban los cómputos preliminares entonces– y al final, el aspirante del priismo, Carlos Salinas de Gortari, fue el vencedor.
Para mucha gente, es el ejemplo perfecto de cómo el entonces partido oficialista podía alterar los resultados a su favor.
Desde entonces, la tecnología avanzó, se creó un organismo electoral autónomo del Poder Ejecutivo y ya no se dictan resultados por teléfono.
Entre la gente se generó la idea, por años, de que, de una u otra manera, en las elecciones alguien hacía o al menos intentaría hacer trampa.
“En psicología se llama desesperanza aprendida; es un poco decir ‘haga lo que haga no van a cambiar las cosas’ y eso es terrible”, dijo German Álvarez, director de Atención Educativa de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
A diferencia de antes, ahora hay sofisticados métodos de conteo y las autoridades electorales son independientes del Poder Ejecutivo, pero algunos expertos reconocen que los sistemas informáticos podrían fallar y el fantasma vestirse con sábanas de alta tecnología.
Sin embargo, para el Instituto Nacional Electoral (INE) la posibilidad de que se vicien las elecciones es imposible, incluso si se produce un ataque.
“El fraude electoral es imposible. No solo porque no queramos hacer fraude, sino porque todas las etapas, actividades y operaciones están sujetas a la ley y a la vigilancia de los partidos y los ciudadanos” , aseguró Jaime Rivera, del INE.
Arguyó que, incluso, ante el escenario de un ataque pirata al Programa de Resultados Electorales Preliminares, este no afectaría la transparencia de los resultados pues se trata de un instrumento solo informativo.
Dijo que el apoyo real del sistema de conteo son los votos como tales y las actas de las casillas, que cuentan con autoridades de mesa y observadores de partidos, por lo que es “el respaldo de papel” lo que tiene valor.