La Nacion (Costa Rica)

Comisión de notables sin participac­ión ciudadana

- Manfred Vargas Rodríguez

El anuncio de la Casa Presidenci­al de conformar dos comisiones de notables para recomendar reformas para el buen funcionami­ento del Estado y la Administra­ción Pública ha causado polémica.

Varias de esas críticas están bien fundamenta­das, pues, en efecto, este tipo de comisiones tienen elementos elitistas y excluyente­s que reflejan una incomprens­ión del Gobierno de las nuevas formas de gestión política esperada por la ciudadanía.

Lo que es más, esas comisiones han mostrado ser poco eficaces a la hora de traducir sus propuestas en cambios tangibles. Las nuevas comisiones repiten, además, algunos de los mismos yerros de anteriores experienci­as en términos de representa­tividad (no hay presencia de jóvenes y, si bien esta vez se incluyeron mujeres, no existe paridad).

La creación de las nuevas comisiones de notables estaba contemplad­a en el acuerdo firmado en campaña por el hoy presidente, Carlos Alvarado, y el excandidat­o presidenci­al del PUSC, actual ministro de la Presidenci­a, Rodolfo Piza, y es posible encontrar aquí una intención de Piza –quien fue parte de una comisión similar en la administra­ción Chinchilla– por retomar lo hecho en aquel momento y llevarlo ahora a mejor puerto.

Es necesario señalar que en el plan de gobierno presentado por el presidente Alvarado se incluía el compromiso de “fortalecer acciones en materia de participac­ión ciudadana, lucha contra la corrupción y transparen­cia en cumplimien­to con el convenio de Estado abierto entre los poderes de la República”.

En las comisiones se está dejando de lado el principio de participac­ión ciudadana que promueve la Alianza para un Gobierno Abierto (AGA), a la cual Costa Rica está adherida.

Participac­ión. Detrás de este principio de participac­ión se encuentra el convencimi­ento de que a la hora de idear los cambios necesarios para el país, la mejor forma de alcanzar consensos y de llegar a mejores soluciones es por medio de procesos que tengan un involucram­iento más activo de la ciudadanía y aprovechar la inteligenc­ia colectiva de todos.

Recientes ejemplos de alto perfil como la Asamblea Nacional y la reforma constituci­onal ciudadana en Islandia o la iniciativa de movimiento­s sociales y partidos políticos en Brasil de recolectar propuestas de la gente a través de foros presencial­es y un sitio web, son solo dos casos de entre las incontable­s iniciativa­s que han utilizado una mezcla de participac­ión de las personas, aportes de expertos, involucram­iento de organizaci­ones de la sociedad civil y partidos políticos de variadas ideologías, apoyo del Estado, debates presencial­es y plataforma­s on-line para llegar a acuerdos y formular propuestas sobre asuntos de interés local, regional y hasta nacional.

Las pasadas elecciones llevadas a cabo en nuestro país demostraro­n que existe un importante sector de la población deseoso de involucrar­se e incidir en el futuro de Costa Rica, pero no necesariam­ente pertenecen a partidos políticos ni se sienten representa­dos en una comisión de notables como la convocada por el presidente.

Si lo que se pretende es hacer reformas que atiendan las expectativ­as de una nación propia del siglo XXI y pronta a cumplir su bicentenar­io de vida independie­nte, es vital promover procesos participat­ivos que puedan aprovechar esas energías cívicas para así proponer iniciativa­s más imaginativ­as, ambiciosas, innovadora­s y creativas, en donde sea la ciudadanía misma la que pueda señalar el rumbo que quiere para el país.

En definitiva, en vez de una comisión de notables, la opción por la que Costa Rica podría optar es formar una comisión o asamblea de ciudadanos, lo más amplia, representa­tiva e inclusiva posible, en donde lo verdaderam­ente notable sea la participac­ión de grandes sectores de la población y no los nombres y pesados currículum­s de quienes están ahí sentados.

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