La Nacion (Costa Rica)

México contra el péndulo imaginario

- [©FIRMAS PRESS]

Este artículo no podrá ser publicado en México en estos días. Las elecciones son este domingo primero de julio y desde el jueves se ha declarado la veda. El propósito es no influir en los votantes que, supuestame­nte, meditan sobre a quién elegirán presidente. En realidad, la gran preocupaci­ón nacional es el Mundial de Fútbol y el hecho de que México tiene oportunida­des de ganarlo.

¡Qué medida más estúpida! En tiempos de su majestad Internet todo eso es inútil. Desde hace varios días, el 99,99 % de los electores tomaron su decisión. Las encuestas dan como ganador a Andrés Manuel López Obrador de Morena –AMLO para los mexicanos– con el 45 % de intención de votos, seguido muy de lejos por Ricardo Anaya (PAN-PRD) con el 19 % y José Antonio Meade del PRI con apenas el 15 %. La diferencia es tan grande que, si hubiera habido una segunda vuelta, AMLO derrotaría claramente a Anaya.

¿Por qué México se mueve hacia la izquierda, contra el péndulo imaginario, si casi toda América Latina parece desplazars­e en la otra dirección? Probableme­nte porque AMLO, pese a ser un político del sistema (ha militado en el PRI y en el PRD), tiene algunos de los atributos del caudillo outsider y la inmensa mayoría de los mexicanos están cansados de unos políticos tradiciona­les incapaces de aliviar los gravísimos problemas de la creciente violencia y de la gran corrupción.

También, porque México es un país poco relacionad­o con América Latina. Tiene su riquísima historia precolombi­na, su virreinato colonial poderoso y su historia republican­a sin Bolívar y sin San Martín. Tiene su cocina, sus mitos, su literatura, su cine, su música y, en definitiva, su rica y variada cultura propia al servicio de los casi 130 millones de mexicanos que viven en el país y muchos de los 40 millones radicados en Estados Unidos.

Cercenamie­nto.

A lo que se agrega un fenómeno notable: la única nación extranjera que realmente influye en la mentalidad social mexicana es Estados Unidos. No obsta que este le cercenó de dos tajos la mitad del territorio. Primero, Texas en 1836, y, luego, el resto del suroeste de Estados Unidos, incluida California, 10 años más tarde.

Ni España, que es el pasado distante de los gachupines, ni América Latina, con la cual el país comparte la lengua y muchos de los rasgos de una común identidad legada por la Madre Patria, están presentes en la vida cotidiana de los mexicanos. La obsesión mexicana es Estados Unidos.

Recuerdo que, tras participar en un seminario con Samuel Huntington en Harvard, organizado por Larry Harrison, donde el pensador estadounid­ense mostró su preocupaci­ón por la fuerte presencia mexicana en el oeste del país, dado que eventualme­nte podrían tratar de vincularse a México, me invitaron a dar una conferenci­a en Monterrey. Cuando terminé, expliqué y pregunté por la conjetura de Huntington.

Fuerza de atracción.

Mis anfitrione­s se echaron a reír. ¿Ni Huntington ni yo habíamos oído hablar del mundo tex-mex, muy rico en expresione­s culinarias y musicales? Era al revés: lo que podría ocurrir, según ellos, era que algún día el norte de México pidiera su anexión a Estados Unidos. Existía, dijeron, una fuerza de atracción muy intensa desde Texas que hacía que los regiomonta­nos se sintieran emocionalm­ente más próximos a la cultura texana que a Ciudad de México.

En definitiva, ¿quiénes y por qué le temen a AMLO? Le temen, con razón, los empresario­s y los niveles sociales altos. El miedo proviene de su inveterada adicción a prometer subsidios. Los rasgos populistas de AMLO despiertan el terror de los grupos empresaria­les y de los inversioni­stas nacionales y extranjero­s. Va a disparar el gasto público hasta niveles terribles.

Muchos suponen que podría ser otro Hugo Chávez. No lo creo. No parece tan tonto. Sospecho que elegirá otra modalidad del desastre, pero menos severo. Acaso como fue el primer periodo de Alan García o los tiempos iniciales del segundo Rafael Caldera, hasta que la realidad le hizo rectificar.

Lo lamentable es que su mandato coincidirá con el de Donald Trump. Un populista de derechas y un populista de izquierdas reforzarán mutuamente sus peores instintos. En todo caso, Trump debe estar pensando en agregarle diez metros a su muro fronterizo y AMLO en que nada hará para detener la riada de emigrantes. El choque de trenes está servido.

Los rasgos populistas de AMLO despiertan el terror de empresario­s e inversioni­stas

 ?? SHUTTERSTO­CK ??
SHUTTERSTO­CK
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica