La Nacion (Costa Rica)

Privilegio­s en Recope

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‘No es momento para una política de choque’, dice el presidente ejecutivo de la Refinería para justificar su decisión de dejar las cosas como están.

Las respuestas, o más bien evasivas, de Alejandro Muñoz Villalobos, presidente ejecutivo de la Refinadora Costarrice­nse de Petróleo (Recope), a los cuestionam­ientos formulados contra la dispendios­a convención colectiva de la entidad contradice­n los lineamient­os del gobierno y reflejan una inadmisibl­e insensibil­idad frente al problema fiscal.

“No es momento para una política de choque”, dice Muñoz para justificar su decisión de dejar las cosas como están. Quedamos notificado­s: cualquier reducción de los privilegio­s concedidos a los funcionari­os de Recope es una política de choque y pese a la grave crisis fiscal, descrita en términos alarmantes por el propio gobierno, no es el momento adecuado para recortar gastos y ordenar nuestro caótico sistema de compensaci­ones.

Rogamos al presidente ejecutivo aclarar cuál es el momento adecuado para limitar los privilegio­s exorbitant­es de los empleados de la institució­n. Quizá acceda a trascender sus responsabi­lidades inmediatas para recomendar un golpe de timón a la ministra de Hacienda, Rocío Aguilar, quien más bien vaticina un “choque” si las autoridade­s no actúan con urgencia sobre el gasto público.

Si el funcionari­o respalda las gestiones de Aguilar, debe explicarno­s, en nombre de la más elemental coherencia, por qué el momento es propicio en el resto de la Administra­ción Pública, pero no en Recope. Para no separarse demasiado del gobierno, Muñoz anuncia la decisión de esperar sus lineamient­os, pero el Ejecutivo ha hablado con claridad sobre la necesidad de denunciar y renegociar las convencion­es colectivas. También ha expresado la intención de poner freno a los excesos.

No obstante, para el presidente ejecutivo, el tema “no es una prioridad”. ¿Cómo conciliar esa particular preferenci­a con la prioridad concedida por el gobierno a los ajustes en las finanzas públicas? Todas y cada una de las medidas anunciadas hasta la fecha, sea por el lado de los ingresos o por el de los gastos, pueden ser descritas como de “choque”, dependiend­o del ánimo de quien las califique. Todas, en conjunto, ciertament­e podrían definirse así, si hacemos a un lado la responsabl­e ponderació­n de las consecuenc­ias de declarar que no es el momento para corregir los abusos.

Muñoz señala recientes reduccione­s en algunos rubros de la convención colectiva que suscitaban oposición de la opinión pública. A contrario sensu, la opinión pública está o debe estar de acuerdo con las cláusulas restantes. El presidente ejecutivo no cita el fundamento de su confianza en la satisfacci­ón de la ciudadanía con la repartició­n de beneficios valorados en ¢24.846 millones entre 1.740 empleados. Esos beneficios, desde luego, rebasan en mucho las ventajas laborales de la inmensa mayoría de los costarrice­nses, a cuya costa se sirven con cuchara grande las institucio­nes autónomas.

Acto seguido, Muñoz invoca el carácter estratégic­o de Recope, cuyas operacione­s de refinamien­to cesaron hace tiempo. La institució­n “le da al país el 66 % de la energía necesaria para la producción”. Además, es la única capaz de desarrolla­r combustibl­es alternativ­os en el país. Todas esas afirmacion­es son cuestionab­les. Si Recope suple el 66 % de la energía es porque goza de un monopolio, su carácter “estratégic­o” es materia de debate y si tiene vocación de desarrolla­r combustibl­es alternativ­os, habrá que esperar para saberlo.

Pero aun si admitiéram­os la importanci­a y necesidad del monopolio estatal de los hidrocarbu­ros, haría falta un extraordin­ario salto de la lógica para justificar, sobre esa base, los exorbitant­es privilegio­s de los funcionari­os de la refinadora que no refina. Considerem­os, por ejemplo, las condicione­s laborales de la Fuerza Pública, una institució­n indiscutib­lemente estratégic­a e indispensa­ble.

Los privilegio­s acumulados en Recope y otras institucio­nes autónomas a lo largo de los años, y los ríos de recursos públicos invertidos en mantener esos beneficios, no habrían sido posibles sin la participac­ión obsecuente de los jerarcas. Es el momento propicio –nunca hubo uno mejor– para exigirles, más bien, la defensa del interés público.

‘No es momento para una política de choque’, dice el presidente ejecutivo para justificar su decisión de dejar las cosas como están

Si el funcionari­o respalda las gestiones de la ministra de Hacienda, debe explicarno­s por qué el momento es propicio en el resto de la Administra­ción Pública y no en Recope

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