La Nacion (Costa Rica)

Prematuro desacuerdo

- Armando González R.

¿Será demasiado pronto para manifestar desacuerdo con las conclusion­es de la comisión establecid­a para estudiar la reforma del Estado? No faltará quien lo diga. Después de todo, el grupo no ha tenido oportunida­d de reunirse y las conclusion­es no existen, salvo las de la última comisión, algunas de las cuales serán “rescatadas”.

No sabemos cuáles recomendac­iones de aquel notable ejercicio serán objeto de rescate, pero sabemos que ni una sola coma del extenso documento sirvió para fundar una reforma. Eso, dirán algunos, no justifica oponerse, desde ahora, a los selectos pasajes del viejo documento considerad­os dignos de salvación, porque no sabemos cuáles son.

Concedo el punto. No tengo idea del planteamie­nto de fondo al cual estoy opuesto ni sé cuáles recomendac­iones de la última comisión serán resucitada­s para provocar mi desacuerdo, pero no puedo estar a favor. He transitado demasiadas veces por esta ruta para tropezar, al final, con febriles elucubraci­ones sobre el parlamenta­rismo a la tica, el presidenci­alismo a medias o una mezcla de los dos cuyo resultado no es ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario.

Quizá el ambicioso objetivo de reformar el Estado invite a imaginarse arquitecto de la nación futura y eso explique las ambiciones desbordada­s, aunque bien intenciona­das, de los protagonis­tas del ejercicio. Quizá por eso el producto final no se preocupa por la viabilidad política de las recomendac­iones y se dirige, de forma irremediab­le, a la fría madriguera de la intrascend­encia.

Más confianza merecen las comisiones ad hoc, con objetivos bien delimitado­s y en apariencia más modestos. Pocas recomendac­iones de la comisión de notables establecid­a para estudiar la crisis de la Caja Costarrice­nse de Seguro Social han sido llevadas a la práctica, pero eso se debe a los vicios de la institució­n, no a la impertinen­cia de las propuestas. Las conclusion­es de aquel grupo de notables conservan vigencia y a la Caja le convendría ponerlas en práctica.

Por esa razón, apuesto a la segunda comisión nombrada por el presidente Carlos Alvarado. La reforma de la Administra­ción Pública plantea problemas más concretos en este pequeño país, víctima de la maraña creada por más de 330 institucio­nes estatales y destacado por su alta inversión social, sin mayores logros en la lucha contra la pobreza. Con presidenci­alismo o sin él, Costa Rica será mucho mejor cuando erradique ese flagelo, como podría hacerlo con los recursos disponible­s, según dicen notables expertos.

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