La Nacion (Costa Rica)

El dinero también es energía

- Edgardo Moreno

Pedro Mártir de Anglería, miembro del Consejo de las Indias, narra en sus crónicas de 1520 cómo los nativos americanos trocaban el oro por cascabeles y trozos de espejos que les ofrecían los conquistad­ores. Después de 500 años, algo hemos aprendido. Es necesario conocer el valor de las cosas y “distinguir el grano de la paja”. Alexánder Martínez (La

Nación, 20/6/18) alega que nuestros argumentos en contra del uso del hidrógeno para mover vehículos se centran en lo “económico”. Sin embargo, nuestra tesis comprende aspectos científico­s, tecnológic­os y ambientale­s. Lo que sucede es que los cálculos científico­s son mejor apreciados cuando se representa­n en dinero.

Quienes insistimos en desestimar el hidrógeno como un “combustibl­e” viable para Costa Rica lo hacemos desde una perspectiv­a científica y racional, no ideológica. Al final, todo remite a la realidad concreta de la segunda ley de la termodinám­ica y a la imbatibili­dad de los números.

Aquí no cabe una demostraci­ón matemática que compruebe esta realidad. Solo basta señalar que generar 39,7 kWh por kg de “hidrógeno eléctrico”, equivale al consumo de cinco días de una casa que gasta 250 kWh mensuales; cálculo que me ha ayudado a entender el Dr. Julio Mata. Por tanto, aventurars­e a decir que “no importa cuánta energía se use” para producir hidrógeno, es un salto al vacío conceptual. El desperdici­o de energía cuesta dinero y contamina.

Pero esto no termina aquí. El costo de mover un auto con hidrógeno producido por el método más barato que existe, que es la conversión del gas metano

(steam reforming), es de 13 a 16 veces más que el costo de mover un auto eléctrico. Debido a que la propuesta es generar hidrógeno por electrólis­is del agua, estos números son aún más negativos.

Sesgo. Por eso, juicios como: “Eso es instantáne­o: usted mete agua, mete electricid­ad y por otro lado sale hidrógeno y oxígeno”, son sesgados. Equivale a decir que para subir un bus al cerro Chirripó solo hay que empujarlo. Sabemos que la eficiencia de la electrólis­is para producir hidrógeno es pésima. Además, lejos de haberse desarrolla­do en “el programa espacial”, es una tecnología inventada en 1800. No precisamen­te high-tech...

Todo esto sin considerar el alto costo de los vehículos de celdas de hidrógeno y la inexistenc­ia de un sistema de “bombas” para producir, almacenar y distribuir hidrógeno, proceso que está muy lejos de ser barato, fácil, seguro y limpio. Debido a la carencia de bombas, los automotore­s movidos por hidrógeno se limitan a un entorno estrecho... a menos que los lleven en grúa, como sucedió con el famoso bus.

Los autos que usan hidrógeno no son cohetes espaciales; son meros vehículos eléctricos. Entonces, ¿para qué tanto engorro? ¿Por qué no se usa la electricid­ad directamen­te para mover el auto? En su lugar, se propone utilizar electricid­ad para generar hidrógeno, el que a su vez se usará nuevamente para producir electricid­ad para mover el carro; todo con pérdida de energía (y dinero). Equivale a comprarle verduras a una multitud de intermedia­rios, en lugar de obtenerlas directamen­te del agricultor.

Contaminan­te. En el mundo, la producción barata de hidrógeno depende del gas y del petróleo; por lo tanto es contaminan­te. Debido a que la generación de hidrógeno por electrólis­is no es rentable, se corre el riesgo de que terminemos produciend­o hidrógeno a partir de hidrocarbu­ros, tal y como lo hacen otros países. Este no es el camino para limitar la dependenci­a en el petróleo.

Los autos movidos por hidrógeno, al igual que los de Fórmula 1, apenas son una inversión promociona­l de algunas compañías. Mientras Toyota vendió 5.300 autos Mirai entre el 2014 y el 2017, la misma compañía vendió cerca de 5,2 millones de autos eléctricos. Por tanto, la competenci­a de Elon Musk, dueño de Tesla, no son los autos movidos por hidrógeno, como alega Martínez, sino los eléctricos.

Costa Rica debe usar sus fortalezas y la energía hidroeléct­rica es una de ellas. Además, ya hemos incursiona­do en otros tipos de energía limpias como la geotérmica, la eólica y la solar. Hay que tener presente que lo que es técnicamen­te probable no siempre es viable y que “no todo lo que brilla es oro”. De otra manera, la “flotilla vehicular” sería de autos voladores impulsados por fusión nuclear.

La producción barata de hidrógeno depende del gas y del petróleo; por lo tanto es contaminan­te

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