La Nacion (Costa Rica)

Cómo invertir en infraestru­ctura en tiempos de crisis

- Federico Villalobos

Costa Rica registra un déficit fiscal que supera el 6 % del PIB y una deuda del Gobierno Central cercana al 50 % del PIB. De acuerdo con proyeccion­es del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), estas cifras podrían superar el 8 % y el 65 %, respectiva­mente, si no se actúa de manera contundent­e en los próximos meses.

En ese contexto, el país enfrenta el reto de incrementa­r los bajos niveles históricos de inversión anual en infraestru­ctura de transporte (1 % del PIB, $600 millones) con el objetivo de financiar proyectos que han esperado por décadas y son claves para promover la competitiv­idad económica y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

Para ponerlo en perspectiv­a: tan solo la suma de los recursos requeridos para proyectos como San José-San Ramón ($650 millones), San JoséCartag­o ($350 millones), carretera a San Carlos ($300 millones), San José-Caldera ($500 millones) y el tren rápido de pasajeros ($1.500 millones), representa alrededor de un 5,5 % del PIB. Ante esta realidad, ¿qué opciones permitiría­n atender el rezago en infraestru­ctura?

Fuentes de recursos. Lo primero que pensamos es que la participac­ión privada solucionar­ía el problema al canalizar recursos, gestionar riesgos e introducir innovación en la prestación de servicios públicos. Sin embargo, alguien debe pagar finalmente por la infraestru­ctura y es aquí donde la identifica­ción de fuentes de fondeo se posiciona como una de los principale­s cuestiones por resolver para poner en marcha modelos de participac­ión público-privada (PPP).

En el caso de cobro a los usuarios, si bien existe una disposició­n a pagar telecomuni­caciones, energía o aeropuerto­s, en transporte terrestre es normalment­e cuestionad­o al entenderse que los impuestos específico­s, como aquellos a los combustibl­es y a la propiedad de vehículos, resultan suficiente­s.

Asimismo, el poco valor que se le da al mantenimie­nto y la preferenci­a por proyectos nuevos reduce la disposició­n al pago de tarifas en aquellos proyectos que ya se encuentran en operación. En esta circunstan­cia, países exitosos en la materia, como Australia, han introducid­o un mecanismo PPP mediante el cual el pago de una tarifa, además de garantizar una adecuada administra­ción de la infraestru­ctura, permite desarrolla­r nuevos proyectos para la región beneficiad­a. Este modelo se denomina internacio­nalmente reciclaje o aprovecham­iento de activos.

Reciclaje de activos. De

acuerdo con el informe Global Built Asset Wealth Index 2015,

publicado por la firma Arcadis, el inventario de infraestru­ctura y edificacio­nes de una nación posee un valor aproximado a tres veces su PIB; cifra que debe hacernos reflexiona­r sobre la oportunida­d del Estado de potenciar las numerosas propiedade­s y activos con los cuales cuenta en todo el territorio nacional.

En este sentido, el reciclaje consiste en estructura­r un contrato PPP de un activo público existente donde el sector privado asume los riesgos y la responsabi­lidad de operación y mantenimie­nto, pero a su vez reconoce al Estado una buena contrapres­tación, inicial o periódica, por el derecho a la explotació­n del activo.

De esta manera, se obtienen recursos frescos para nuevos proyectos y se garantiza una adecuada gestión a largo plazo, lo cual reduce el impacto fiscal producto del limitado e inadecuado mantenimie­nto. Es decir, contribuye a un desarrollo fiscalment­e sostenible de la obra pública. Cabe destacar, por ejemplo, que datos del Lanamme indican que por cada $1 que se deja de invertir hoy en la conservaci­ón de la red vial en buen estado, se deberán gastar entre $7,6 y $10 para la reconstruc­ción de la carretera al final de su vida útil.

Reciclaje de activos impulsaría mercado de valores. El Foro Económico Mundial (2014) en su informe Infrastruc­ture Investment Policy

Blueprint encontró que inversioni­stas institucio­nales como fondos de pensiones y asegurador­as muestran típicament­e una preferenci­a por proyectos de infraestru­ctura brownfield, es decir, aquellos proyectos en operación y donde el riesgo constructi­vo es limitado o inexistent­e.

Así, además de los beneficios expuestos anteriorme­nte, el reciclaje de activos constituye un catalizado­r del mercado de valores local al proveer a los inversioni­stas locales proyectos en línea con el perfil de riesgo de sus portafolio­s. Consideran­do estos elementos y la situación fiscal imperante, el equipo de asesoría financiera e infraestru­ctura de Deloitte Costa Rica desarrolló el Caso de estudio de la implementa­ción del reciclaje de activos en la carretera Cañas-Liberia.

Cañas-Liberia. La carretera Cañas-Liberia (50 km) fue desarrolla­da con una inversión inicial de, aproximada­mente, $200 millones y se ha posicionad­o como un referente para el país. Sin embargo, surgen las siguientes preguntas: La administra­ción de la carretera, ¿se enmarca en una estrategia de gestión de activos viales? ¿Cuántos años más se mantendrá el nivel de servicio actual? ¿Es posible generar nuevos recursos para proyectos estratégic­os en la provincia?

El análisis efectuado por Deloitte encontró que, mediante un esquema de reciclaje de activos, esta carretera podría generar hasta $230 millones para invertir en nuevos proyectos para Guanacaste y más de $100 millones en ahorros fiscales al Estado, producto de la reducción en gastos de mantenimie­nto y gestión de riesgos asociados.

Si bien los modelos PPP (concesión) no serán los únicos aplicables para el desarrollo de obra pública, es imperioso que el país abra espacio a modelos innovadore­s que fortalezca­n la competitiv­idad económica y la calidad de vida de los ciudadanos.

Es hora de dar el paso, con solidez técnica y con la mirada puesta en el uso responsabl­e y eficiente de los limitados recursos públicos.

El país puede echar mano a modelos innovadore­s mediante alianzas público-privadas

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