La Nacion (Costa Rica)

La satanizaci­ón del plástico

- Sergio González Duarte

En “Las dos caras del plástico” (La Nación, 22/6/2018) Thelmo Vargas hace una interesant­e y nostálgica remembranz­a de 1950 y la relaciona con el plástico. Recuerdo que en los años 70 la leche se vendía en botellas de vidrio retornable­s y los comercios empacaban en bolsas de papel biodegrada­bles.

En 1978, el cantón de San José tenía 270.000 habitantes y se recolectab­an 195 toneladas diarias de residuos: cada josefino producía 0,72 kilos. En los años 90, con la globalizac­ión, proliferar­on los supermerca­dos, los malls y los restaurant­es de comidas rápidas: comenzó la era del desechable.

Hoy se recolectan 450 toneladas diarias y la producción per cápita subió casi al doble: 1,32 kilos por persona al día. Sabemos que el consumismo (compra desmedida de bienes) afecta el ambiente, la salud y la economía. Sin embargo, nadie está obligado a adquirir artículos innecesari­os o de mala calidad cuya vida útil es muy corta. El papa Francisco en su encíclica Laudato si lo describe: “La tierra, nuestra casa, parece convertirs­e cada vez más en un inmenso depósito de porquería”.

Don Thelmo menciona que después de un tiempito la cajita de hamburgues­a y la pajilla pasan a contaminar La Sabana o el río Virilla. Pero eso no debería suceder. Debemos denunciar a los inescrupul­osos que arrojan sus residuos en lotes y alcantaril­las; algunos de esos materiales caen en los ríos y terminan en el mar.

Los plásticos son livianos y al flotar son más visibles, ¿pero qué hay de latas, botellas, lavadoras, llantas y colchones? Curiosamen­te, ahora resulta que el plástico es el culpable de los problemas ambientale­s. No me parece que una pajilla sea “el gran enemigo de la humanidad” o un envase desechable sea “un asesino silencioso”.

Composició­n.

Lo que llamamos plástico es un conjunto de diversos materiales polímeros hechos de moléculas de carbono. En la naturaleza hay polímeros como la celulosa, el caucho y el almidón. Los sintéticos fueron desarrolla­dos por químicos europeos hace más de cien años. En 1907, se inventó la baquelita, material termoestab­le que no conduce la electricid­ad y todavía la utilizamos.

En la Segunda Guerra Mundial, ante la falta de materias primas, se crearon nuevas fibras como el poliéster, el plexiglás y el nailon. Debido a su resistenci­a y durabilida­d, se fabricaron paracaídas, cuerdas y cientos de equipos que ayudaron a ganar la guerra.

Desde entonces, la ciencia ha desarrolla­do una variedad de polímeros (la mayoría reciclable­s) usados en toda actividad humana: construcci­ón, medicina, aeronáutic­a, alta tecnología, higiene, agricultur­a y alimentaci­ón. Las investigac­iones sobre nuevos polímeros amigables fabricados con maíz y yuca continúan.

Hace poco la compañía brasileña Braskem presentó el polietilen­o verde, cuyo origen es la caña de azúcar y es 100 % reciclable. Evidenteme­nte, el enemigo no es el plástico: somos nosotros mismos y debemos ser parte de la solución.

Leyes.

En el 2007, la Sala Constituci­onal emitió el famoso “voto Garabito” (n.° 2007-05894) donde condenó al Estado y a 34 municipali­dades a eliminar los focos de contaminac­ión de la cuenca del río Grande de Tárcoles. ¿Qué han hecho el gobierno y esos municipios en 11 años?

En el 2010, se promulgó la Ley para la Gestión Integral de Residuos (8839). Todos somos responsabl­es de los desechos que producimos, debemos evitar la generación en la fuente de origen, reutilizar todo lo que podamos, separar y recuperar los materiales valorizabl­es para su aprovecham­iento industrial. En su casa, trabajo o lugar de estudio, ¿están cumpliendo esta ley?

Los productore­s e importador­es tienen una responsabi­lidad compartida con respecto al destino de los materiales y empaques después del uso de sus productos.

Las municipali­dades son las encargadas de la recolecció­n y tratamient­o de los residuos sólidos. Eso incluye múltiples actividade­s educativas, administra­tivas y operativas, no solo la

La ciencia ha desarrolla­do polímeros reciclable­s usados en toda actividad humana

recolecció­n de la basura. ¿Sabe qué está haciendo su municipali­dad para cumplir esta responsabi­lidad?

El mejor residuo es el aquel que no se produce. Por eso cobra vigencia la fórmula reducir, reutilizar y reciclar.

Cada consumidor debe tener prácticas sanas de nutrición, economía familiar, consumo responsabl­e y así educar a los niños. Si usted consume refrescos gaseosos, comida chatarra, agua embotellad­a y artículos inservible­s, es muy posible que sus hijos sigan su ejemplo en el futuro: ¡Ahí está el meollo del asunto!

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