La Nacion (Costa Rica)

El sueño de Falcao se transformó en lamento

El capitán de la Selección de Colombia sufrió en demasía la derrota

- Esteban Valverde esteban.valverde@nacion.com

MOSCÚ,RUSIA. - Jordan Pickford se acostó hacia su diestra, levantó su mano derecha, puño cerrado; la pelota le reventó y salió expulsada hacia el frente. Carlos Bacca se levantó la camisa, se cubrió la cara y se notaba que quería desaparece­r del Spartak Stadium... Radamel Falcao solo acató a ver al césped, no hizo más.

Durante cinco segundos buscó explicacio­nes, seguidamen­te miró al cielo para luego centrar su mirada, durante dos minutos, en la gradería norte del recinto deportivo, la zona con más de 10.000 colombiano­s que tan solo cinco minutos antes estaba llena de algarabía porque en su marco se tiraría la tanda de penales.

Con sus ojos clavados en la hinchada, el felino solo quería pedir perdón, pero ¿cómo hacía para hablarle a cada uno de sus coterráneo­s que gritaron a muerte y se pelearon con cuanto inglés se toparon?

De hecho, la seguridad del estadio tuvo que intervenir una y otra vez en las diferentes graderías para evitar grescas.

El juego terminó 1 a 1 y desde el primer minuto cumplió con lo que se pide para un partido de Copa del Mundo: intensidad, fuerza, emociones y fútbol.

Protagonis­ta. La gente quería un protagonis­ta y cada sección del Spartak pidió desde la previa a Radamel Falcao, ese artillero colombiano al que le dicen el Tigre y al que le encanta devorar el área como número nueve.

Todo el estadio retumbaba: “el tigreee Falcao, el tigreeee Falcao”. Así fue al inicio, en la mitad del cotejo, en el final, en los tiempos extra y los penales.

Pese a que el partido del atacante fue discreto, de mucha lucha y entrega pero sin una sola oportunida­d clara para marcar, la gente lo ama. Lo gritaron sus paisanos, también los argentinos, los alemanes y los rusos.

Radamel, pese a que tiene dos Ligas Europa y una Supercopa de Europa en sus vitrinas junto a otros títulos, por fin pudo cumplir un sueño que se le había escapado de las manos hace cuatro años, cuando llegaba en su mejor momento.

En enero del 2014, el colombiano se rompió el ligamento cruzado de la rodilla izquierda en un partido del Mónaco y dijo adiós a la cita del orbe por culpa de una fuerte entrada de Soner Ertek, un jugador francés que se hizo famoso por una situación poco grata.

El Falcao que todos recordamos, el mejor que se vio era rápido, potente, hábil. Era un futbolista más fuerte para actuar por fuera que en el área. El nuevo Tigre se sale poco de la zona roja de definición y cuando se va de ahí no es tan determinan­te.

El oriundo de Santa Marta, Colombia, entendió que sus condicione­s no serían las mismas por lo que cambió su forma de jugar: se adentró en los 16,5 metros y ahí montó su guarida.

Tristeza. Lastimosam­ente para los cafeteros, su jugador no estuvo allí ante los ingleses.

El nueve intentó ser el que fue y que no volverá. Corrió hasta la media cancha para arrastrar marcas, pivotear, arrancar con potencia; al final no pudo.

Más allá de una despedida sin brillo, el jugador tuvo su momento feliz y lo disfrutó sin que las cámaras lo notaran.

Yerry Mina se levantó en el área inglesa, en el minuto 93 le ganó a Jordan Henderson el salto e igualó el marcador para enviar el juego a tiempos extra y posteriorm­ente a penales.

Falcao, con una cara que parecía tener recorrido de lágrimas en las mejillas, se puso frente a su afición, alzó su camisa, la mordió y gritó: “¡Vamooos Colombiaaa­a!”

Sin embargo, tan solo 30 segundos después, les exigió, visiblemen­te enojado, a Mina y Juan Cuadrado que volvieran a su media cancha; el tiempo de celebració­n era mucho y había un cotejo que ganar.

Luego sucedió lo que ya se vio por la señal de video: Ospina paró uno, Mateus Uribe la reventó en el palo y Pickford se lo detuvo a Bacca. Lo que faltó de observar fue el lamento del Tigre, en la Copa de sus sueños.

Ojos en la gradería, manos juntas en señal de perdón y aplausos de parte de su afición... El estadio repitió: “El tigreee Falcao, el tigreeee Falcao”.

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 ?? AFP ?? Radamel Falcao (izq.) hizo honor a su mote de Tigre. Aunque sin brillo, luchó y luchó durante 120 minutos. Al final, buscó consuelo en la gradería repleta de colombiano­s.
AFP Radamel Falcao (izq.) hizo honor a su mote de Tigre. Aunque sin brillo, luchó y luchó durante 120 minutos. Al final, buscó consuelo en la gradería repleta de colombiano­s.
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