La Nacion (Costa Rica)

HORIZONTES

- jaimedar@gmail.com Jaime Daremblum POLITÓLOGO

Hay un novedoso juego de adivinanza­s en Washington. No se trata del “adivino adivinado” ni tampoco del “adivino adivinador”. El juego es “trumpologí­a”, o sea, una combinació­n de algo ocurrido y el criterio del presidente, Donald Trump, en torno a lo sucedido. El ejemplo más notorio, a la fecha, es reinterpre­tar las afirmacion­es propias del mandatario sobre Corea del Norte y los hechos obcecados que contradice­n lo que Trump afirma y masculla.

En estos días, las noticias sobre Corea del Norte apabullan al mandatario. Resulta que, tras concluir su encuentro con Kim Jong-un, en junio, Trump se jactó de que él había acabado con la amenaza nuclear de Kim. Eso lo dijo a bordo del Fuerza Aérea Uno, el exclusivo superavión presidenci­al, al correr las cortinas de la privilegia­da sección del aparato y la sección ocupada por los correspons­ales de prensa.

En esa audiencia con la prensa, Trump citó, como ejemplo de lo que Kim haría, la destrucció­n de las instalacio­nes dedicadas al desarrollo del poderío nuclear y el lanzamient­o de cohetes al espacio. Asombrados, los comunicado­res dieron cuenta precisa de los comentario­s del presidente. Algunos veteranos, sin embargo, no se notaban contagiado­s por el interludio fantástico del presidente.

Poco después de aquella icónica cita, los medios dieron a conocer imágenes de satélite donde se ve la rápida construcci­ón de nuevas edificacio­nes para personal y equipos del desarrollo nuclear norcoreano. “Ahhh, sí”, dijo el secretario de Estado, Max Pompeo. Ahora, ¿cómo calificar la repatriaci­ón de tropas estadounid­enses de Alemania y reconocer como Estado independie­nte a Crimea? ¿Y la próxima cita de la OTAN coronada con una cita de Trump con Putin?

Para los más curtidos analistas, lo que tuvo lugar en la cita entre Trump y Kim era un ejemplo más del tradiciona­l juego norcoreano de simular acuerdos firmes para obtener fondos y, en la práctica, continuar su desarrollo armamentis­ta. Pero Trump ha ido mucho más allá reuniéndos­e con Kim. Esto elevó la imagen mundial de Kim, y ¿qué obtuvo? Ni siquiera la liberación de tres rehenes norteameri­canos detenidos sin causa en los calabozos de la dictadura.

Trump ha salido con la tesis de que concesione­s mucho mayores están en camino. ¿Un cuento más de Kim? Pronto veremos si la desnuclear­ización prometida —de palabra— por Kim, finalmente se produce mediante la fórmula mágica de las tiras cómicas del Capitán Maravilla.

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