Músculos de la cara también producen dolores de cabeza
→Forzar o usar de forma intensa la zona vinculada con la masticación puede generar ese tipo de molestia →Dolencia constante se confunde con males neurológicos o de oído; diagnóstico correcto es esencial
Quizá usted sufra de frecuentes dolores de cabeza u oído y, aunque tome analgésicos o haya visitado a un médico, no logra determinar qué le está ocasionado este problema.
Si bien el malestar no es de una intensidad elevada, sí es constante e incluso podría acompañarse de ruidos en la mandíbula o de zumbidos.
La respuesta, aunque le parezca extraña, podría encontrarla si le comenta su situación al odontólogo durante una visita de rutina. Este profesional relacionaría su caso con lo que se conoce como dolor orofacial y sabría cómo tratarlo, o bien, le recomendaría a otro especialista en el campo.
¿Cómo se produce este tipo de dolencia y por qué tiende a generar confusión? Cada vez que masticamos, bostezamos o hablamos, en nuestra cara se mueve un engranaje de articulaciones y músculos que son de los más complejos de todo el cuerpo humano.
Como se trata de actividades que usualmente hacemos “en automático”, casi nunca nos percatamos de que forzamos estas partes de la cara más de la cuenta, como sí lo hacemos cuando “sobreentrenamos” un músculo en el gimnasio y nos causa malestar.
El resultado, al cabo de un tiempo, es dolor en los músculos y articulaciones relacionados con la masticación, que se confunden con cefaleas (dolores de cabeza) y punzonazos de oído.
“Es algo que vemos con frecuencia en la consulta. Muchas son personas referidas por neurólogos u otorrinolaringólogos. Son pacientes que tienen dolores constantes. Algunos llevan mucho tiempo con ese problema, cuando, en realidad, la culpa la tienen las articulaciones o músculos relacionados con la masticación, que están muy cerca de la cabeza y de los oídos”, explicó Andrés Cervantes, odontólogo especialista en dolor orofacial.
“La ventaja es que podemos resolverlo con prácticas muy sencillas (...). Es aprender a estar conscientes de que tenemos estos músculos y articulaciones y saber cómo relajarlos, cómo no tensarlos (...) innecesariamente. A veces, es triste saber que los pacientes se pudieron ahorrar mucho tiempo de dolor si hubieran tenido el diagnóstico correcto”, agregó.
En el país no hay cifras oficiales sobre el tema, pero Cervantes asegura que es algo que se ve todas las semanas en consulta.
¿Qué hacer? La buena noticia, aun si usted lleva años con este tipo de malestares, es que cambios muy sencillos de hábitos le serán de gran ayuda.
No mascar chicle (o hacerlo esporádicamente), no morder hielo, no comerse las uñas ni masticar cosas muy duras, pueden marcar la diferencia.
Los ejercicios de relajación también pueden ser clave para que esta zona del cuerpo no pase tan contraída o en actividad más constante. En algunos casos, sí será necesario el uso de medicamentos, pero solo un especialista sabrá cuáles.
“(...) La mayoría de las personas que yo veo en el San Juan de Dios se recuperan con solo ser conscientes de lo que estaban haciendo mal y modificar los hábitos. En quienes están más tensos o con problemas, la terapia psicológica también ayuda”, manifestó Cervantes.
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