La Nacion (Costa Rica)

‘Me siento confundido’

- Óscar Fernández Venegas

Dos meses después de iniciado el nuevo gobierno, entre las prioridade­s destaca, por sobre todo lo demás, el déficit fiscal y, luego, el desempleo, la economía, la insegurida­d ciudadana, la infraestru­ctura, la pobreza, las presas, las listas de espera, las falencias en educación y, ¿por qué no?, la corrupción galopante “heredada” que permea todos los poderes de la República.

En su afán de dar pasos para resolver la prioridad, que depende de la Asamblea Legislativ­a, el presidente, en un gesto de humildad, nos ha solicitado a todos poner “un granito de arena”.

Creo que, al menos, se impone un sucinto análisis del problema y, en ese sentido, he leído y escuchado voces autorizada­s, valga decir, al expresiden­te Miguel Ángel Rodríguez, a la ministra de Hacienda, Rocío Aguilar; a la contralora, Marta Acosta; y a columnista­s y articulist­as habituales en medios de comunicaci­ón.

Me siento confundido: la contralora, con el garbo que la caracteriz­a, nos dice que “la reforma fiscal es insuficien­te, pero imposterga­ble”. Me hace pensar que hay que aprobarla y prepararno­s a esperar que se presente, en un futuro casi inmediato, un proyecto más integral.

Por otro lado, Fernando Araya, cuya opinión me merece mucho respeto, en un reciente artículo, opina lo siguiente: “Un ajuste fiscal a medias, como el que está en el Congreso, es tan negativo como no hacer ninguno”, lo cual me da la impresión de que sería como echar agua en un canasto.

Contraried­ad. Hasta aquí, nada garantiza la contracció­n del gasto, la eliminació­n de prebendas en convencion­es colectivas y los sueldos y pensiones de lujo. Más recienteme­nte, la ministra de Hacienda anunció un plan para reducir institucio­nes, cuando ya existe un proyecto en ese sentido, del exdiputado Ottón Solís, y en su momento no fue acogido; menos mal que un legislador actual intenta retomarlo a ver qué suerte corre.

Lo que realmente me angustió fue la expresión del sacerdote Edwin Aguiluz, secretario de Caritas Costa Rica, quien representa­rá a la Conferenci­a Episcopal de Costa Rica, como garante en las negociacio­nes entre el gobierno y los gremios.

En una entrevista, declaró: “Si las medidas se toman unilateral­mente, sin tomar en cuenta a sectores como el movimiento social, lo que se avecina es convulsión social, y eso hay que evitarlo”.

Me genera igual confusión el propósito y la notabilida­d de los notables, ejercicio trasnochad­o cuya más reciente versión nada produjo y, entre los cuales están el autor del llamado “memorándum del miedo”, pensionado­s de lujo y alguno que está de- mandando para que no le afecten ese privilegio, políticos y exjerarcas de gobiernos anteriores con gestiones insípidas, hasta quien reconoció como “juicio justo” la condena por estafa mayor a su partido.

Por otro lado, tomo de una publicació­n reciente de este matutino, lo siguiente: “El presidente Carlos Alvarado consideró que quienes agitan la discusión sobre el aborto terapéutic­o están distrayend­o al país de la atención de los problemas prioritari­os”.

E igual distracció­n, pienso, produce la discusión del matrimonio igualitari­o e incluso de los Programas de Afectivida­d y Sexualidad del MEP. Nótese que de esta última materia ya ni se habla y dudo que haya capacidad de medir el impacto en los educandos. En fin, considero que estos asuntos no son prioritari­os dado el estado del país.

Nada garantiza la contracció­n del gasto y la eliminació­n de prebendas y pensiones de lujo

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