La Nacion (Costa Rica)

Una nueva oportunida­d para la conservaci­ón

- Vivienne Solís Rivera

Durante la reunión técnico-científica de la Convención de Diversidad Biológica, recién celebrada en Montreal, Canadá, se discutiero­n innovadore­s mecanismos para proteger la biodiversi­dad, en un afán de lograr el ambicioso compromiso de las metas de Aichi, especialme­nte la número 11.

En esa meta, nuestros gobiernos se compromete­n a aumentar para el año 2020 al menos un 17 % más de áreas terrestres y de áreas continenta­les, y un 10 % más de áreas marinas a través de sistemas bien conectados para protegerla­s.

Alcanzar esa meta no solo tiene implicacio­nes financiera­s para la mayoría de los países en desarrollo, poseedores del mayor porcentaje de biodiversi­dad en el mundo, sino, más importante aún, podría condenar a una gran mayoría de las personas a la pobreza si las zonas de protección selecciona­das son estrictas y no les permiten el aprovecham­iento sostenible de los recursos de los cuales dependen su vida y desarrollo, ni la participac­ión en su gobernanza. Un ejemplo es la prohibició­n del arrastre artesanal de camarón en la Barra del Colorado.

Uno de los mecanismos propuestos es de particular importanci­a para nuestro contexto y son las “otras medidas de conservaci­ón eficaces” . Estas son áreas geográfica­s definidas, no son protegidas, están bajo un modelo de gobernanza y un sistema de manejo que logra resultados positivos y sostenible­s para la conservaci­ón in situ de la biodiversi­dad, con servicios ambientale­s asociados y valores culturales y espiritual­es.

Tratado.

La Convención de Diversidad Biológica sigue siendo el único tratado global que rescata en sus objetivos mayores la equitativa distribuci­ón de los beneficios derivados del aprovecham­iento de los recursos biológicos y culturales.

Este objetivo es fundamenta­l para países como Costa Rica, comprometi­dos con la conservaci­ón de la biodiversi­dad, pero claros de que, en pobreza y mientras la inequidad y la falta de oportunida­des existan en algunos sectores de la sociedad, la conservaci­ón no será posible.

El reconocimi­ento del Sinac y el Minae de estas otras iniciativa­s de conservaci­ón, que muchas veces provienen de las comunidade­s locales y pueblos indígenas, permitiría a cientos de familias residentes en áreas de costa y manglar, y que hoy aprovechan los moluscos, como Chomes, en Puntarenas, convertir zonas –hoy utilizadas por compañías establecid­as para la producción de camarón en piletas bajo un sistema altamente contaminan­te– en lugares para la conservaci­ón.

El resultado sería más preservaci­ón y menos pobreza, y un reconocimi­ento legítimo del Estado al esfuerzo y voluntad de protección de la sociedad civil.

Permitiría el reconocimi­ento de las áreas marinas de pesca responsabl­e lideradas por comunidade­s organizada­s de pescadores artesanale­s y el Incopesca, bajo un modelo de gobernanza compartida, y el aumento del porcentaje de áreas marinas bajo algún esquema de protección.

Garantizar­ía también aceptar el sistema más que justo de comanejo en el Parque Nacional Cahuita, derecho de nuestro pueblo afrodescen­diente y a quienes debemos reconocer el mantenimie­nto de una riqueza y belleza únicas.

Muy útil la reunión de Montreal, especialme­nte si podemos compartir aprendizaj­es y si nuestros representa­ntes llevan los acuerdos a concretars­e en acciones de campo para unir conservaci­ón con desarrollo.

Existe un compromiso de aumentar para el 2020 las áreas terrestres y marítimas protegidas

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