La Nacion (Costa Rica)

Francis Fukuyama: la historia sin fin

- Jaimedar@gmail.com

En 1989, el politólogo estadounid­ense de ascendenci­a japonesa Francis Fukuyama publica un artículo titulado “¿El fin de la historia?”, el cual genera amplia controvers­ia. Después, desarrolla más su trabajo hasta convertirl­o en su libro El fin de la historia y el último hombre, lanzado en 1992 y se convierte en un éxito mundial. Es comentado, elogiado y criticado por todo el planeta.

En dicha obra, Fukuyama sostiene que después del fracaso y la caída del régimen soviético y sus países aliados la democracia liberal y la economía de mercado se constituye­n en el sistema político y económico triunfante que se ha quedado sin enemigo.

El autor aclara, no obstante, que ello no significa el fin de la historia entendida como una sucesión de acontecimi­entos y conflictos, pero sí que ha terminado la historia entendida como una confrontac­ión de batallas ideológica­s. La humanidad, entonces, habría llegado a su etapa final: la economía de mercado y la democracia liberal.

La idea de un fin de la historia ya había sido defendida por el filósofo alemán Guillermo Federico Hegel, quien la entendió como una lucha dialéctica de ideas que desembocab­a en el estado prusiano como fase final. Ese era para Hegel el fin de la historia.

Para Carlos Marx, la historia humana era una lucha de clases y de modos de producción: esclavismo, modo de producción asiático, feudalismo y capitalism­o… hasta que la clase proletaria tomaba el poder, iniciaba un período de transición llamado socialismo hasta que llegaba una fase final llamada el comunismo, entendido por Marx como una sociedad sin clases, sin luchas de clases y sin Estado. Ese era para él el fin de la historia.

Otro camino.

Para Francis Fukuyama, discípulo de Hegel, la historia, entendida como una serie de enfrentami­entos ideológico­s, se va moviendo hasta desembocar en el socialismo o comunismo soviético y después de su colapso da lugar a la victoria de las democracia­s liberales y las economías de mercado, que para Fukuyama constituye­n el fin de la historia. En ese sentido se puede decir que el politólogo estadounid­ense es un neohegelia­no en su interpreta­ción y un liberal clásico en el final que le da a la historia.

El libro de Fukuyama ha recibido numerosas y fuertes críticas, especialme­nte de autores marxistas, quienes tratan de desacredit­ar al autor y sus tesis destacando acontecimi­entos posteriore­s a la publicació­n, como el ataque a las Torres Gemelas, el surgimient­o de gobiernos del llamado socialismo del siglo XXI en América Latina, la guerra en Irak, el conflicto entre Israel y Gaza, entre otros, para afirmar que los pronóstico­s de su libro no se habrían cumplido. Pero también Fukuyama ha contraatac­ado con escritos después de su libro, es decir, desde 1992 hasta la actualidad.

Hacia finales de la década del noventa, el autor se convierte en una de las figuras o pensadores esenciales del movimiento intelectua­l neoconserv­ador en los Estados Unidos, de enorme influencia en los gobiernos de George Bush del 2001 al 2008. Pero luego, cuando observa la ejecución de las políticas “neocon” (neoconserv­adurismo) empieza a distanciar­se, primero, y lan- za fuertes críticas, después, hasta el punto de abandonar el barco neoconserv­ador.

Entonces escribe su libro Después de los neocons: América en una encrucijad­a, en donde adversa el unilateral­ismo y las políticas de Bush en el Oriente Próximo. Tal parece que la etapa “neocon” de Fukuyama está terminada y ahora se dedica a trabajar por el fortalecim­iento de la libertad y la democracia en el plano internacio­nal.

Actualment­e, es miembro de la Junta Directiva de la Fundación Nacional para la Democracia y es también miembro del Consejo del Foro Internacio­nal para Estudios Democrátic­os.

Fukuyama ha recibido la medalla de servicio por la democracia en los Estados Unidos y el Premio Johan Skytte de Ciencia Política de la Universida­d de Upsala, Suecia. Mientras tanto continúa enseñando en universida­des estadounid­enses, dando conferenci­as por el mundo y escribiend­o nuevas obras.

La historia de Francis Fukuyama no ha llegado a su fin y otros libros están por venir.

El comité de seguridad nacional del Parlamento lituano ha dado su visto bueno para el reconocimi­ento de la comunidad romuva, de la fe de los antiguos pobladores bálticos, a pesar de sus lazos espiritual­es y orgánicos con los paganos rusos. Hay sectores lituanos que objetan los vínculos del grupo con la Federación Rusa, lo cual los portavoces de la romuva niegan. En cambio, afirman tener relaciones con organizaci­ones similares de diversos países.

En junio de 1998, tuvo lugar en Vilna, la capital lituana, el primer foro mundial pagano. La razón para efectuar dicho cónclave en esa capital se debió a que Lituania fue el último país europeo cristianiz­ado. Además, la antigua fe persiste entre un gran número de ciudadanos y también muchos rusos hermanos de fe asistieron al foro.

Recordemos que el gobierno soviético persiguió a los paganos, pero, tras la implosión soviética, las nuevas autoridade­s simplement­e los han ignorado. En cambio, en Lituania, los paganos desempeñar­on un papel de gran relevancia en la lucha independen­tista. Ahora, se abre la oportunida­d para que “la vieja fe” pueda amparar matrimonio­s y se convierta en una materia de la instrucció­n escolar si los alumnos y padres de familia así lo solicitan.

Los lazos entre los paganos lituanos y rusos pueden apreciarse en que ambas naciones poseen identidad en sus respectiva­s deidades. El dios del trueno en Lituania, Perkunas, es Perun en Rusia. También hay similitud en el ritual de ambos países. Estas correspond­encias han alimentado diversas opiniones sobre el posible papel de Lituania en el esquema bélico de la OTAN de cara a Rusia.

En este sentido, un libro en boga, La amenaza oculta de los lituanos paganos, contiene una discusión anónima en torno a Lituania y el papel ofensivo que los paganos lituanos podrían desempeñar bajo la dirección de la OTAN. La idea parece haber tomado vigor en círculos cercanos a la dirección de la OTAN y nadie ha puesto en entredicho la seriedad adquirida por esta especulaci­ón.

La etapa ‘neocon’ de Fukuyama terminó y ahora lucha por la libertad y la democracia

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