¿Y el tiki taka tico?
Desde la tribuna
NPERIODISTA o pocos han proclamado una especie de cruzada para que el fútbol tico vuelva a su ADN, los jugadores gambeteadores, desequilibrantes y “ofensivos”.
Dicen que están hartos de sufrir por el estilo defensivo que se ha puesto de moda. Prefieren aquel 5-2 contra Brasil del 2002 que el 2-0 de Rusia 2018, aunque en este caso llegamos al minuto 90 con un empate, malogrado en el cierre.
Algunos técnicos hablan de identificar el fútbol que le gusta al aficionado para, a partir de allí, contratar a un seleccionador que comulgue con esa idea. Apuesto a que la mayoría va a pedir que nuestra próxima Selección esté integrada por los clones de Yuba Paniagua, Chico Hernández, Zurdo Jiménez, Enrique Rivers, y ese tipo de leyendas que se gastaban la bola.
Con todo respeto, porque me encantó verlos, el ADN ganador del fútbol criollo está muy lejos de ellos. Un gitano que nos cayó del cielo en 1990 decidió alterar esa genética del “jogo bonito” y nos regaló sufridas alegrías, a partir de un equipo estructurado para defenderse a muerte y contraatacar cuando se pudiera.
Gabelo será por siempre el más recordado de aquellos gladiadores que se defendieron con uñas y dientes, aun a costa de no hacer un solo tiro a marco contra el poderoso Brasil. Con buenas transiciones y rapidez en el ataque, fuimos capaces de vencer a Escocia y Suecia para volvernos locos, no por gambetas y túneles, sino por las corridas de Medford, los piques de Jara, las barridas del Chunche, la valentía de Flores, la dureza de Marchena y el juego táctico del Policía Gómez.
Aprendimos con Bora a jugar como lo que somos: un equipo pequeño. Luego vino Pinto y volvió a convertir a la Sele en un escuadrón de guerreros.
Ramírez quiso, pero no pudo. Los hombres para la transición ofensiva no llegaron en forma y quienes no viajaron carecían de pergaminos y juego para ponerse la tricolor. La idea fue la idónea; la ejecución falló.
Así que no creo que volver al tiempo donde no ganábamos nada sea una buena idea. Por más que nos levantaran de los graderíos, a punta de “sombreros” y “perritas”. Ese fútbol casero y artesanal, aun con un buen condimento físico actual, está superado por el vértigo de la modernidad. Hasta el mismo Brasil lo llora, de la mano con España, derrotados por el contraataque y el vértigo de rivales sin tanto tiki taka.