‘Todos los testigos tienen miedo de venir a decir la verdad’
→ Mujer sostuvo que los sospechosos quedaron libres por supuestas amenazas
LIMÓN. - Una mujer que perdió al segundo de sus siete hijos en un asesinato, levantó la voz durante la última fase del juicio contra los sospechosos para denunciar que los testigos habían sido amenazados.
Ileana Sevilla Jarquín sorprendió a todos en la sala de debates de los Tribunales de Limón, este miércoles, cuando el proceso llegaba a su fin y era inminente el fallo absolutorio para los dos imputados, pues incluso la Fiscalía solicitó liberarlos por falta de pruebas.
“Es lo que pasa siempre. A los testigos los matan antes o después del juicio (…). Todos los testigos tienen miedo de venir a decir la verdad porque desde antes de que vaya a comenzar el juicio los amenazan”, aseveró Sevilla, nicaragüense con 25 años de vivir en Costa Rica.
Su hijo, José Aarón Castillo, fue asesinado de un balazo el 3 de mayo del 2017 en el precario Villa Plata de Limón, cuando festejaba su cumpleaños número 30. Al parecer, el crimen se debió a la disputa por una mujer.
Aunque tenía cerca a los dos acusados, de apellidos González y Flores, la madre fue vehemente en su denuncia. Los dos sujetos eran vecinos de Castillo y fueron absueltos tras año y un mes de prisión preventiva.
“Ustedes saben muy bien que están dejando a dos delincuentes libres para seguir haciendo de sus fechorías”, dijo Sevilla, dirigiéndose a los jueces José González Ulloa, Carlos Álvarez Arrieta y Marbeli Porras Venegas, quienes le permitieron hablar al considerar que ella es una víctima más.
“Quise mantenerme al margen de este proceso como la madre del muerto. Ni siquiera quise ofrecerme como testigo porque todo el mundo iba a pensar que, por estar dolida, iba a decir cosas que no eran”, agregó.
Para ella, si los testigos hubieran corroborado sus historias originales, los sujetos habrían sido condenados.
Sinprueba. Al juicio fueron convocadas al menos seis personas, dos de ellas menores de edad.
El único testigo que no era de la comunidad fue un oficial del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) que relató lo que le habían contado los vecinos.
El aporte de los testigos era fundamental pues solo confirmando sus declaraciones iniciales se podía amarrar el caso.
Sin embargo, los relatos variaron y el Ministerio Público se quedó sin prueba.
Idelfonso Saborío, fiscal en el caso, admitió en sus conclusiones que, con el cambio de parecer de los testigos, se veía obligado a solicitar la absolutoria, en acatamiento al principio de objetividad que debe respetar.
“La teoría del caso era correcta, pero debía ser acreditada en juicio por los testigos”, insistió el fiscal, quien no descartó que los testigos hubieran podido ser víctimas de amenazas, pero igual reclamó porque no ayudaron a que se hiciera justicia.
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