La Nacion (Costa Rica)

Desconcier­to en el PLN

- Luis París Chaverri

La derrota sufrida por el Partido Liberación Nacional (PLN) en febrero pasado ha dejado conmociona­da a su cúpula, pues su reacción ha sido como si nada grave hubiese sucedido, totalmente pasiva, abúlica, dubitativa, lo que sin duda es síntoma de su absoluto desconcier­to.

Un segundo fracaso consecutiv­o de ese partido, con los peores resultados de su historia, necesariam­ente entraña un mensaje del electorado que es necesario analizar, descifrar y entender.

Ese reiterado rechazo obliga al PLN a efectuar, con la brevedad posible, un proceso de introspecc­ión y catarsis que le permita subsanar los errores y superar las deficienci­as que los ciudadanos le reclaman en las urnas.

En las presentes circunstan­cias, la renuncia de su Comité Ejecutivo y de su Directorio Político sería no solo un acto de responsabi­lidad y madurez política de quienes ostentan esos cargos, sino, también, un enorme servicio al propio partido y un paso en la dirección correcta para facilitar dicho proceso.

Es evidente que amplios sectores sociales que antes compartían los planteamie­ntos ideológico­s liberacion­istas y confiaban en sus dirigentes en las últimas elecciones presidenci­ales han favorecido otras opciones partidaria­s y a otras figuras políticas, lo cual sugiere la necesidad de revisar su propuesta y de renovar sus liderazgos.

Incongruen­cia. Sobre la cuestión ideológica, más que la exigencia de un replanteam­iento, el electorado reclama la incongruen­cia entre las propuestas y lo que se hace cuando se gobierna o se llega a ocupar una curul.

Con respecto a la necesidad de un remozamien­to, el clamor ciudadano es que se pase del discurso a los hechos, que el reiterado compromiso de sus líderes sea honrado en la práctica y que no quede en un simple e insuficien­te maquillaje.

Por otra parte, es una realidad que el deterioro, o abandono, de la relación con las organizaci­ones sociales, comunales y sindicales, con los gremios intelectua­les, académicos y profesiona­les, con los movimiento­s estudianti­les, con nuestros campesinos, otrora bastiones liberacion­istas, ha tenido consecuenc­ias electorale­s negativas para el PLN, cuyo futuro depende, en gran medida, de la capacidad que tenga para restablece­r esa relación.

Es esencial que el PLN retome la vocación de estudio y reflexión sobre los problemas nacionales y reemprenda el esfuerzo de capacitaci­ón de sus cuadros dirigentes, factores que, en sus inicios y por varias décadas, le dieron carácter de partido ideológico y permanente, lo cual le diferenció de sus adversario­s, quienes se organizaba­n únicamente para el período de la campaña electoral.

Lamentable­mente, desde hace muchos años, el PLN también se convirtió, exclusivam­ente, en una maquinaria electoral, aspecto que, en la actualidad, dado las nuevas tecnología­s de la comunicaci­ón y la volubilida­d del electorado, no tiene la importanci­a de antes, aunque algunos dirigentes verdiblanc­os despistado­s y desfasados consideran que la solución a la actual crisis partidaria consiste en otorgar mayor poder a los cuadros territoria­les en el nombramien­to de los candidatos a diputados.

Esfuerzo conciliado­r.

Apostar por fortalecer una maquinaria electoral desgastada por la virulencia de los procesos eleccionar­ios internos, por el “canibalism­o político” imperante, por la realidad de su obsolescen­cia, es un verdadero disparate que podría depararle mayores problemas al partido.

Lo que sí es indispensa­ble, en procura de la unión de las diversas corrientes internas, es la puesta en marcha de un esfuerzo conciliado­r dirigido a que el proyecto común, representa­tivo de los ideales que sustentan su acción política, prevalezca sobre los personalis­mos y las desavenenc­ias de sus principale­s líderes.

Pero el rechazo al PLN tiene que ver, fundamenta­lmente, con aspectos éticos y morales, con la pérdida de credibilid­ad de sus dirigentes, con la percepción de la gente de que la corrupción está generaliza­da e institucio­nalizada en su seno, y es aquí donde radica su principal desafío para recuperar la confianza y el apoyo mayoritari­o del electorado.

En ese sentido, es necesario la adopción de estrictos requisitos, eficaces controles y fuertes sanciones que garanticen la idoneidad de los candidatos a puestos de elección popular y de las personas que se designen en cargos de gobierno, para así evitar, o al menos minimizar, el daño que los actos corruptos de unos pocos le producen a todo el colectivo político.

Es tiempo ya de que la cúpula liberacion­ista reaccione y emprenda acciones sustantiva­s en procura de solventar la seria crisis que amenaza el futuro de la que ha sido por casi setenta años la principal fuerza política del país.

Hay un mensaje del electorado que es necesario analizar, descifrar y entender

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