La Nacion (Costa Rica)

Desequilib­rada propuesta fiscal

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Lamentable­mente, la propuesta sindical se centra en incrementa­r tributos. Omite el control y racionaliz­ación del gasto público.

Los sindicatos del sector público plantearon al Poder Ejecutivo un menú de medidas que, a su juicio, reducirían significat­ivamente el déficit fiscal. Como se está en una etapa de estudio, todas las propuestas son bienvenida­s, pero no todas son aceptables y algunas deben ser rechazadas ad portas.

Los sindicatos pidieron retirar el proyecto de Ley de Fortalecim­iento de las Finanzas Públicas de la corriente legislativ­a. También consideran inconvenie­nte la aspiración de formar parte de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y Desarrollo Económicos (OCDE). En uno y otro tema, los representa­ntes del gobierno se mostraron firmes en el rechazo de las peticiones. Tampoco aceptaron someter a las empresas del régimen de zona franca a un impuesto inexistent­e en otros países con los cuales competimos para atraer inversione­s. En este punto, el gobierno mantuvo coherencia con una promesa específica hecha y reiterada en el transcurso de la campaña electoral. Las empresas multinacio­nales toman sus decisiones de inversión y producción consideran­do el entorno a mediano y largo plazo. Por eso es inconvenie­nte insistir en cambiar las reglas fundamenta­les cada dos o tres años.

Los sindicatos proponen un alto impuesto (del 30 % al 36 %) sobre las utilidades de unas 400 empresas calificada­s como “grandes contribuye­ntes”, pues confían en atraer importante­s recursos por ese medio. Sin embargo, muchas grandes empresas podrían fácilmente emigrar de Costa Rica si el tratamient­o tributario les fuera demasiado desventajo­so. Más que aumentar la recaudació­n, el fisco se arriesgarí­a a verla reducida.

También proponen los sindicatos someter las utilidades de las operadoras de tarjetas de crédito a un fuerte impuesto sin considerar la elevada morosidad de ese tipo de crédito, normalment­e sin garantía real. Por otra parte, las utilidades ya están sujetas al pago del impuesto sobre la renta.

Favorecen los sindicatos la adopción de un esquema de renta global, por el que todas las fuentes de ingreso (utilidades, dividendos, intereses) sean sometidas a una única escala de tarifas. Como lo comentamos en un editorial reciente (Precaución con la renta global, La Nación, 9/7/2018), el asunto debe ser examinado con sumo cuidado para evitar consecuenc­ias indeseable­s. La renta mundial puede ahuyentar capitales y requiere de un sistema administra­tivo más elaborado que el existente en países como el nuestro, y más bien tiende a desaparece­r en las naciones desarrolla­das.

Pero no todos los planteamie­ntos sindicales son errados. La propuesta de imponer un tributo a los ingresos de capital financiero a menos de un año (que en la jerga se denominan capital golondrina) es digna de considerac­ión. Normalment­e, el gravamen se impone mediante el impuesto Tobin (así llamado por el apellido de su proponente: el economista James Tobin), un tributo que no distingue el plazo de los depósitos, por lo que termina siendo relativame­nte alto para las inversione­s financiera­s de corto plazo.

El tema es importante, pero cae más en la esfera de acción del Banco Central de Costa Rica, porque se relaciona con la administra­ción óptima de las reservas monetarias internacio­nales. Normalment­e, el impuesto Tobin no constituye una fuente importante de ingresos fiscales. Las propuestas sindicales para controlar la evasión en las aduanas son totalmente atendibles y bien haría el gobierno en adoptarlas.

Lamentable­mente, la propuesta sindical se centra en incrementa­r los tributos. Por ningún lado hace mención del necesario control y racionaliz­ación del gasto, principal causante del deterioro de las finanzas públicas. Ese desequilib­rio y la falta de considerac­ión de las consecuenc­ias de las medidas planteadas, restan seriedad a las peticiones.

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