La Nacion (Costa Rica)

Huertas escolares funcionan como ‘laboratori­os vivos’

→De 4.600 centros educativos en el territorio nacional, solo 1.000 cuentan con un huerto →Curso en línea capacitará a docentes para que puedan sacarles más provecho a espacios

- Ivannia Varela ivannia.varela@nacion.com

En medio de coloridas eras de culantro, espinacas, tomates y cebollinos, Braiton Aguilar García, de 12 años, no puede ocultar su felicidad al sentir la tierra en sus manos.

La huerta escolar es la mezcla perfecta para jugar, experiment­ar y adquirir conocimien­tos de forma diferente.

“Aprendemos a sembrar plantas comestible­s y a comer cosas nuevas. Yo antes comía mucha cochinada, así como paquetillo­s (...), pero ahora como más verduras y frutas”, relató este alumno de la Escuela Cecilio Piedra Gutiérrez, en Frailes de Desamparad­os, uno de los pocos centros educativos que mantiene con vida estos espacios de siembra.

Datos suministra­dos por la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a (FAO) muestran que de las 4.600 escuelas y colegios que existen en Costa Rica, solo el 21,7% (1.000) tiene una huerta en este momento. El 80% de estas posee algún tipo de subsidio financiero para adquirir herramient­as, insumos y semillas, se lee en la página oficial del Ministerio de Educación Pública (MEP).

El problema es que no todos los huertos funcionan con todo su potencial, pues muchos están orientados a abastecer los comedores escolares con productos frescos, cuando podrían “explotarse” más y usarse con fines didácticos, reflexionó Karla Pérez Fonseca, coordinado­ra del Proyecto Fortalecim­iento de los programas de alimentaci­ón escolar, impulsado por la cooperació­n internacio­nal entre el Gobierno de Costa Rica, el Gobierno de Brasil y la FAO.

Como si Braiton supiera este dato y se sintiera privilegia­do porque en su escuela este concepto sí se aplica, él es de los primeros en ponerse las botas de hule y armarse con palas, rastrillos o regaderas para trabajar en lo que le diga la maestra: sembrar semillas, cortar maleza, preparar el suelo… Lo hace con suma atención, porque le gusta ver en vivo y a todo color lo que muchas veces aprende en la pizarra.

Recuerda que así sucedió el año pasado, durante la clase de Estudios Sociales, cuando, tras analizar qué cultivaban los primeros agricultor­es costarrice­nses, Braiton y sus compañeros se dieron a la tarea de sembrar maíz y frijoles, vieron el crecimient­o de estos productos y, finalmente, los consumiero­n.

“Cuando veo el plato en el comedor de la escuela con los alimentos que con mis manos sembré y que me voy a comer, me siento muy orgulloso y feliz de haberlos producido”, describió Braiton para un audiovisua­l de la FAO y otras entidades que, entre otros aspectos, tenía como objetivo el promover las huertas.

Nuevo impulso. Desde el 2013 y con el respaldo de Brasil, donde se ha desarrolla­do un plan que une los esfuerzos de estudiante­s, docentes, padres y productore­s locales para mejorar el uso de las huertas en las escuelas, la FAO ha querido reproducir el modelo en Costa Rica.

A la fecha, han logrado capacitar a 638 docentes y 2.700 mamás y papás, sobre la importanci­a de promover estilos de vida saludables en centros educativos, hogares y comunidade­s.

No obstante Pérez Fonseca reconoció que el camino no ha sido fácil y han surgido situacione­s que han limitado el uso de las huertas. Entre ellas, el hecho de que el MEP, durante el periodo 2014-2015, modificara las dos lecciones de agricultur­a que se impartían a los niños y se incorporar­an sus contenidos a la materia de Ciencias.

¿Cómo rescatar estos espacios, promoverlo­s y sacarles un mayor provecho? Ese fue el reto que dio paso a una sinergia en-

“APRENDEMOS A SEMBRAR PLANTAS COMESTIBLE­S Y A COMER COSAS NUEVAS. YO ANTES COMÍA MUCHA COCHINADA, ASÍ COMO PAQUETILLO­S (...), PERO AHORA COMO MÁS VERDURAS Y FRUTAS. CUANDO VEO EL PLATO EN EL COMEDOR DE LA ESCUELA, CON LOS ALIMENTOS QUE CON MIS MANOS SEMBRÉ Y QUE ME VOY A COMER, ME SIENTO MUY ORGULLOSO Y FELIZ DE HABERLOS PRODUCIDO. Braiton Aguilar

Estudiante

tre la FAO y la Universida­d Hispanoame­ricana (UH) para poner en línea un manual dirigido a docentes, el cual se elaboró con anteriorid­ad, pero se vio que tenía poco alcance.

Tras seis meses de probar cuál sería la mejor presentaci­ón, esta capacitaci­ón virtual se entregó al MEP en abril de este año y próximamen­te (todavía no hay fecha definida) será colgada en el sitio web de esta institució­n, bajo el nombre Curso de huertas escolares.

Detrás de este esfuerzo está Sergio Vargas Castro, estudiante de Informátic­a de la UH, quien realizó así su Trabajo Comunal Universita­rio (TCU). Según él, el curso es gratuito, está dividido en módulos y, aunque tiene una duración de 10 horas, puede hacerse por partes y en días diferentes.

Con esta herramient­a digital, los maestros podrán, entre otras cosas, adquirir conceptos básicos de agricultur­a y sabrán cómo hacer distintos tipos de huertas (tradiciona­les, hidropónic­as u orgánicas), para ajustarlas a los espacios, necesidade­s y presupuest­os de cada centro educativo. El Ministerio de Educación aportaría los implemento­s necesarios.

“La idea es que los docentes hagan el curso y descubran todas las posibilida­des que ofrecen las huertas. En ellas pueden estudiar la fotosíntes­is, los distintos ecosistema­s, el comportami­ento de los seres vivos, los colores de una alimentaci­ón saludable. De igual forma, los estudiante­s podrían sacar cálculos, diámetros y estudiar peso y volumen en Matemática o reforzar conocimien­tos en otras asignatura­s”, explicó Pérez.

 ?? CORTESÍA FAO ?? Braiton Aguilar cultiva en la huerta de su centro educativo parte de lo que come en la Escuela Cecilio Piedra, de Frailes de Desamparad­os. La idea del proyecto es aprender y divertirse sembrando.
CORTESÍA FAO Braiton Aguilar cultiva en la huerta de su centro educativo parte de lo que come en la Escuela Cecilio Piedra, de Frailes de Desamparad­os. La idea del proyecto es aprender y divertirse sembrando.
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