La Nacion (Costa Rica)

Cómo puede escapar Oriente Próximo a la trampa de los ingresos medios

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Ferid Belhaj y Rabah Arezki

WASHINGTON, DC – Para los países en desarrollo, alcanzar el estado de ingresos medios es una bendición al mismo tiempo que una maldición. Si bien se ha superado la extrema pobreza y las privacione­s, lo que suele seguir es una desacelera­ción del crecimient­o que, históricam­ente, ha hecho que avanzar hacia mayores niveles se dé en casos muy excepciona­les. Ciertament­e, esa es la situación de los países de ingresos medios de Oriente Próximo y el norte de África (MENA, por sus siglas en inglés). ¿Existirá una salida?

En los últimos 50 años, las economías de los países de esta región han enfrentado desacelera­ciones e incluso estancamie­ntos. Si bien muchas de ellas, en especial las que dependen de exportacio­nes de hidrocarbu­ros, han experiment­ado periodos de crecimient­o

FERID BELHAJ es vicepresid­ente del Banco Mundial para Oriente Próximo y el norte de África.

RABAH AREZKI es economista en jefe del Banco Mundial para la región de Oriente Próximo y el norte de África. © Project Syndicate 1995–2018 más sólido, ninguna puesta ha sido duradera.

La ubicuidad de la trampa de los ingresos medios entre los países MENA apunta a impediment­os comunes y estructura­les para el crecimient­o. En particular, todos sufren de falta de dinamismo del sector privado, debido a su falta de disposició­n o capacidad de adoptar las últimas tecnología­s. Este ha sido un factor que ha impedido el crecimient­o sostenido de la productivi­dad, sin el cual es imposible sostener un aumento en los niveles de vida generales.

Tras esta laxitud del sector privado existe un contrato social que ha durado más de 50 años, por el cual el Estado provee empleos públicos y subsidios universale­s a cambio de tranquilid­ad pública y falta de rendición de cuentas. Al quitar riesgos de las vidas económicas de los ciudadanos, este contrato social sofoca el emprendimi­ento y la innovación, además de socavar la provisión de servicios públicos y elevar la desconfian­za en el gobierno.

Incluso si los gobiernos de la región quisieran mantener su parte del trato, no podrían hacerlo. Los crecientes niveles de endeudamie­nto ya los están obligando a recortar el gasto público, tradiciona­lmente el principal motor del crecimient­o económico en la región, y comenzar a desmantela­r los subsidios universale­s. A medida que las tensiones geopolític­as reducen el turismo y la inversión extranjera, la incertidum­bre sigue creciendo.

Más aún, los sectores públicos de estos países ya no pueden absorber los crecientes números de graduados universita­rios. Si bien existen serias preocupaci­ones acerca de la calidad y accesibili­dad de las escuelas, el hecho es que quienes ingresan al mercado laboral son cada vez más educados, con las mujeres al mismo nivel y a veces superando a los hombres en varios países.

Sin embargo, estas mejoras al capital humano no se han traducido en un crecimient­o económico más veloz. En lugar de ello, la región presenta algunas de las mayores tasas de desempleo juvenil del mundo, produciend­o la mayor fuga de cerebros del planeta, a medida que los jóvenes con educación buscan oportunida­des en el extranjero. Una razón importante es que los gobiernos de la región MENA no estimulan la innovación y, en algunos casos, la desincenti­van activament­e. Mientras en algunos países preocupa que la automatiza­ción cause pérdidas de empleos, la no adopción de nuevas tecnología­s en esta región impide la creación de trabajo.

El problema es que estos gobiernos, buscando proteger a quienes detentan cargos en la actualidad –especialme­nte en sectores como la banca y las telecomuni­caciones– imponen normas excesivas y arcaicas que inhiben la entrada al mercado de nuevos actores. Esto impide la competenci­a, asfixia la difusión de tecnología­s de propósitos generales y bloquea el tipo de adaptación y evolución que sustenta un sector privado vibrante.

Este no es el caso en, digamos, Asia, una región que ha abrazado las nuevas tecnología­s para establecer­se como un centro productor global. De hecho, gracias a la automatiza­ción es posible que mantenga su predominio manufactur­ero, incluso si los salarios suben por encima de los niveles tradiciona­les de las economías manufactur­eras avanzadas.

Con este trasfondo, los países MENA no pueden esperar seguir el camino de desarrollo tradiciona­l de dependenci­a de las exportacio­nes manufactur­eras. En su lugar, tendrán que desarrolla­r una economía digital más sofisticad­a que aproveche las fuerzas laborales jóvenes y educadas. Para esto será necesario antes que todo adoptar las nuevas tecnología­s e incluso la provisión de “bienes públicos digitales” como una Internet de banda ancha rápida y fiable y soluciones de pago digital.

Aunque la conectivid­ad a Internet y los dispositiv­os digitales se han vuelto ubicuos, en la región MENA se usan para acceder a las redes sociales, en lugar de iniciar nuevos emprendimi­entos o emplear personas. Probableme­nte esto se relacione con el hecho de que la región tiene el menor ancho de banda del mundo por abonado. Por ejemplo, cuando se trata de dinero móvil, los países del África oriental superan a sus contrapart­es de esta región.

La región necesita con urgencia un nuevo contrato social que ponga énfasis en empoderar a los cientos de millones de jóvenes que, se espera, se unan al mercado laboral en las próximas décadas. Para esto será necesario no solo proveer bienes públicos digitales, sino una modernizac­ión del sistema normativo. Kenia, donde un enfoque normativo ligero facilitado por el rápido crecimient­o del sistema de pago entre pares M-Pesa, ofrece un modelo útil. También es esencial una entrada más fácil a nuevos actores, incluidos operadores no bancarios.

La tecnología puede sacar a los países MENA de la trampa de ingresos medios, pero solo si los gobiernos de la región toman la iniciativa. De lo contrario, la región seguirá a la zaga y sus habitantes continuará­n buscando fortuna en otros lugares.

La región presenta algunas de las mayores tasas de desempleo juvenil del mundo

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