La Nacion (Costa Rica)

Fin del secreto

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La Corte Plena aprobó por unanimidad la propuesta del magistrado Luis Fernando Salazar para eliminar el voto secreto en procedimie­ntos disciplina­rios.

Por unanimidad, la Corte Plena aprobó una propuesta del magistrado Luis Fernando Salazar para eliminar el voto secreto en los procedimie­ntos disciplina­rios. La solicitud de reforma enviada a la Asamblea Legislativ­a también pretende derogar la exigencia de una mayoría calificada para imponer sanciones. Si se aprueba, bastará con una mayoría simple.

El planteamie­nto responde a las críticas por el resultado inicial del procedimie­nto seguido a cuatro magistrado­s de la Sala Tercera que desestimar­on una causa contra los exdiputado­s Víctor Hugo Morales Zapata y Otto Guevara Guth en relación con el caso del cemento chino. La resolución se produjo pese a la existencia de elementos de prueba suficiente­s para continuar la investigac­ión.

El miércoles 11 de julio, la Corte sancionó a los cuatro integrante­s de la Sala Tercera con una amonestaci­ón escrita, correspond­iente a una falta grave. Una mayoría simple de doce magistrado­s la consideró gravísima y apoyó la aplicación de dos meses de suspensión, pero la ley exige mayoría calificada, es decir, al menos 15 votos. La decisión provocó una ola de críticas, muchas de las cuales se centraron en el secreto de la votación.

El lunes 16, la Corte deliberó sobre una moción para revisar lo actuado la semana anterior, anuló la sanción impuesta y con mayoría calificada de 19 votos decidió imponer un castigo más severo. En esa oportunida­d, 15 magistrado­s se decidieron por dos meses de suspensión sin goce de salario.

Poco antes, diez magistrado­s habían dirigido una carta a la Asamblea Legislativ­a para pedir la eliminació­n de la mayoría calificada y el voto secreto en los procesos disciplina­rios. El magistrado Salazar recogió las propuestas y las sometió a aprobación del resto de la Corte. El respaldo unánime obtenido por la moción brinda al proyecto un impulso extraordin­ario. Es un paso en dirección a la transparen­cia y ojalá el Congreso le dé trámite expedito. La confianza de los ciudadanos en el Poder Judicial es indispensa­ble para el régimen democrátic­o y, en nuestros tiempos, exige correr todos los velos.

La propuesta de los magistrado­s es, también, un ejemplo a seguir por la Asamblea Legislativ­a, donde el reglamento interno permite el voto secreto en diversas circunstan­cias, pese al derecho de la ciudadanía a saber la posición adoptada por sus representa­ntes. A ciegas no hay posibilida­d de exigir cuentas.

La destitució­n del magistrado Celso Gamboa, también relacionad­a con el caso del cemento, fue el último episodio de una larga cadena contraria a la exigencia de procesos transparen­tes, acordes con el sistema democrátic­o. La destitució­n se decidió por 39 votos emitidos en forma pública y nominal, luego de un intenso debate sobre el artículo 104 del Reglamento Interno, a cuyo tenor se proponía una votación secreta.

Según los defensores de la publicidad de la decisión, el secreto alteraría el resultado, porque al votar de cara al país los legislador­es asumen una responsabi­lidad imposible de establecer en otras circunstan­cias. Lejos de garantizar la pureza del resultado, el secreto abre un flanco a los acuerdos bajo la mesa.

El problema se ha planteado, también, en varias elecciones de Directorio legislativ­o y hasta en procedimie­ntos para los cuales el secreto no está previsto, como el levantamie­nto de la inmunidad al exdiputado puntarenen­se Jorge Angulo. En todos los casos citados, el derecho de los ciudadanos a conocer las actuacione­s de sus representa­ntes es innegable y cada vez que los diputados lo niegan, el prestigio del Congreso sufre, como sufrió el de la Corte cuando la sanción a los cuatro magistrado­s se decidió en secreto.

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