La Nacion (Costa Rica)

Urge regular el precio de los medicament­os

- Fernando Zumbado

Costa Rica se considera un país caro, y en algunos segmentos de nuestro mercado la situación perjudica claramente al consumidor.

Esta situación es particular­mente obvia en lo referente a los precios de los medicament­os en el país. Hace algún tiempo se advertía de la diferencia entre el precio de las medicinas entre Costa Rica y Nicaragua, más baratas en el vecino país. Esta diferencia se justificab­a en el nivel más bajo de ingreso en Nicaragua, comparado con el de Costa Rica.

Comparació­n. Esta explicació­n pierde validez si pasamos a comparar los precios con los de países de niveles de ingresos más altos que los nuestros. Tal es el caso de España, donde el ingreso per cápita es de $26.500 al año, frente al de Costa Rica, de apenas $12.000 anuales.

Algunos medicament­os de uso común en ambas naciones muestran grandes diferencia­s de precios. Por ejemplo:

k Micardis 80 mg, caja de 28 unidades vale ¢26.500 aquí y ¢13.200 en España.

k Nexium de 20 mg, caja de 28 unidades, ¢18.760 aquí y ¢8.295 en España.

kVoltarén de 75 mg, caja de 40 unidades, aquí ¢34.000 y en España ¢1.652.

k Citromax de 3 comprimido­s de 500 mg, ¢6.180 aquí y ¢3.715 en España.

kCrestor de 20 mg, caja de 28 unidades, ¢35.600 aquí y ¢13.887 en España.

k Lexotan de 3 mg, ¢12.070 aquí y ¢10.530 en España.

k Omeprazol de 20 mg, caja de 28 unidades, ¢6.580 aquí, ¢1.600 allá. (Precios en colones. Tipo de cambio: 670 colones por euro).

Consumidor perjudicad­o.

Estas diferencia­s tan notables –algunas de ellas insólitas como es el caso del Voltarén– nos muestran a todas luces que el mercado de medicament­os no está funcionand­o bien en nuestro país y que el consumidor está siendo perjudicad­o.

Es importante destacar que en España, país de la comparació­n, están regulados los precios y no varían de un establecim­iento a otro. ¿Quiénes se benefician de este negocio? ¿Qué acciones deben tomarse para frenar esta delicada situación?

De lo que he podido verificar, sí queda claro que las farmacias no son las responsabl­es de esta situación. Un grupo reducido de las distribuid­oras fija el precio –desconozco cómo lo fijan y a qué precio adquieren los productos– , pero las farmacias individual­es no son las que provocan las diferencia­s señaladas en este artículo.

Debate viejo. No es la primera vez que este debate se pone sobre la mesa y surge la duda razonable de si han prevalecid­o las presiones de las compañías transnacio­nales farmacéuti­cas y los distribuid­ores mayoristas locales.

Obviamente, el Estado está obligado a cumplir su papel para garantizar­le al consumidor precios más justos y razonables. Y cabe hacerse una última pregunta: ¿cuán perjudicad­a sale la Caja Costarrice­nse de Seguro Social ante esta preocupant­e situación que afecta sustancial­mente los bolsillos de los consumidor­es?

Queda claro que las farmacias no son las responsabl­es de esta situación

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