La Nacion (Costa Rica)

Reforma de la administra­ción pública

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La comisión nombrada por el presidente Alvarado comenzó por examinar lo sucedido con grupos similares en el pasado reciente.

María del Pilar Garrido, ministra de Planificac­ión Nacional y Política Económica, es la primera en admitir la larga y por lo general infructuos­a sucesión de comisiones para reformar el Estado, su administra­ción o la de alguna entidad en particular, como la Caja Costarrice­nse de Seguro Social. La funcionari­a recuerda unos 21 documentos con cerca de 200 recomendac­iones redactadas entre la década de los 80 y la actualidad.

Por eso suscitan escepticis­mo las dos comisiones nombradas por el presidente, Carlos Alvarado, para estudiar la reforma del Estado y de la Administra­ción Pública, esta última presidida por la ministra Garrido. Inevitable­mente, los dos grupos de estudio fueron bautizados con el apellido “de notables” y eso les hace un flaquísimo favor. Primero, los funde con fallidos ejercicios del pasado y, después, les infunde un tufillo olímpico y anacrónico. En la Costa Rica de hace décadas, el puñado de ciudadanos “notables” se distinguía con facilidad del resto, pero en la actualidad el país cuenta con amplios sectores de expertos en todas las disciplina­s e infinidad de ciudadanos destacados en muchos campos.

Hecha a un lado la desafortun­ada nomenclatu­ra, queda la sombra de fracasos anteriores. Sin duda por eso, la comisión de reforma de la Administra­ción Pública comenzó por examinar lo sucedido en otras oportunida­des. El propósito es evitar los mismos errores. La ministra se pregunta por qué las recomendac­iones caen en el vacío y cómo evitar la falta de concreción de las metas. El segundo cuestionam­iento lleva, implícita, la respuesta al primero. Una importante razón de los fracasos habidos es la dispersión, la exagerada amplitud de objetivos y el menospreci­o al detalle.

La voluntad de diferencia­r el nuevo emprendimi­ento está reflejada en el examen de los anteriores y, también, en la clara delimitaci­ón de cinco áreas de énfasis así como la decisión de emitir recomendac­iones sobre la marcha y dar seguimient­o a su ejecución. Los integrante­s de la comisión renuncian a refundar la República y comprenden la importanci­a de reformas más concretas y factibles. Eso podría marcar la diferencia.

La comisión se concentrar­á en la simplifica­ción de trámites, el empleo público y la articulaci­ón de esfuerzos gubernamen­tales dispersos, redundante­s e ineficaces. También trabajará el tema de la transparen­cia, no solo del gobierno, sino del Estado, y la coordinaci­ón entre el Gobierno Central y las municipali­dades. El temario comprende problemas de larga data, hasta ahora resistente­s a todos los esfuerzos de reforma.

Hay leyes para impedir la exigencia de documentac­ión excesiva y redundante, pero la Administra­ción Pública no las cumple. Según la Cámara Costarrice­nse de la Construcci­ón, para dar un ejemplo, la tramitoman­ía le cuesta al país lo necesario para edificar 5.284 viviendas y hasta 4.622 puestos de trabajo.

Existe una pléyade de beneficios salariales con grave daño para la equidad y las finanzas públicas. En muchos casos, los incentivos superan el monto del salario base y se pagan aunque hayan desapareci­do los condicione­s que alguna vez los justificar­on, como el “zonaje” en sitios antaño considerad­os remotos y hoy próximos en virtud de la infraestru­ctura moderna. La necesidad de poner fin al caos apenas se discute, sobre todo ahora que parece incosteabl­e, pero el avance se echa de menos.

Estudios de diversos expertos coinciden en la necesidad de erradicar la duplicació­n de esfuerzos y la ineficacia de nuestra frondosísi­ma jungla institucio­nal. En el sector social, algunos cálculos sostienen que debimos haber erradicado la pobreza con la inversión dirigida a combatirla, pero buena parte de los recursos se quedan en el sistema mismo. Hay unos 46 programas, 34 de dimensione­s importante­s, administra­dos por 22 institucio­nes sin clara rectoría.

Si la comisión se concentra en estudiar áreas como las descritas para emitir recomendac­iones concretas y acompañar a las institucio­nes en la ejecución, podría superar la ineficacia de esfuerzos anteriores, casi todos víctimas de una comprensib­le, pero esteriliza­nte ambición.

La comisión nombrada por el presidente Alvarado comenzó por examinar lo sucedido con grupos similares en el pasado reciente

Si se concentra en un ámbito bien delimitado, emite recomendac­iones concretas y acompaña a las institucio­nes en la ejecución, podría superar la ineficacia de esfuerzos anteriores

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