Emprender en bien común
Nuestras pequeñas comunidades de la primera mitad del siglo pasado eran muy solidarias. Se podría decir que se convivía mejor. Teníamos menos educación formal, pero mostrábamos más sensibilidad por la necesidad ajena. No podemos volver atrás, las circunstancias han cambiado.
Un niño de diez años ha visto en la televisión más escenas violentas, más desgracias humanas, de las que antes veía un adulto en toda su vida. Eso desensibiliza.
El regreso a un nivel adecuado de solidaridad ha de ser gradual. Por ejemplo, recuperar manifestaciones razonables. Partamos de donde estamos. Podría ser que viéramos la buena acción, la acción cortés, como si se tratara de un intercambio, de un pago.
¿Por qué voy a ser cortés con este desconocido? ¿Acaso él ha sido cortés conmigo? Utilizamos un paradigma monetario: ¿Por qué me voy a deshacer de esta moneda que tanto me ha costado? Si me deshago de ella, ¿la pierdo? ¿Y a cambio de qué? Tal vez un incentivo es hacer real lo que creemos de nosotros: si somos tan pura vida, por qué no mostrarlo de esa manera.
Un paso sería reconocer nuestros móviles de apertura o de hermetismo hacia los demás. Los de hermetismo podrían ser: machete estate en tu vaina; cada uno en su casa y Dios en la de todos; mejor tonto callado que tonto hablando; y a mí quién me tiene abriéndome hacia los demás.
Los de apertura podrían ser: somos seres sociales; si no nos comunicamos, comunicamos indiferencia u hostilidad; valoramos la expectativa de tener intercambios positivos con otros; la confianza convoca la dopamina-placer; la desconfianza, el cortisol-estrés.
La construcción del bien común no tiene límite. Antes nos deslumbraba el crecimiento del producto nacional, hoy podría desvelarnos el encontrar formas de producir bien común sostenible, accesible a muchos, de la manera más eficiente. Este sería un buen empeño emprendedor.
Emprender no es solo desarrollar actividades que produzcan bienes; es dejar una huella. Dejar el entorno mejor de como lo encontramos. post-it
Consecuencia. “Claramente es perturbador para nosotros. Es perturbador para nuestros clientes” pero es “necesario” justificó James Quincey, director ejecutivo de Coca-Cola, que aumentó sus precios al inicio del mes, después de que entraron en vigor los nuevos aranceles de 25% y 10% en las importaciones de acero y aluminio, establecidos por el presidente Trump.
Esos aranceles, seguidos por las represalias de China, la Unión Europea, Canadá y México, afectan la actividad de embotellamiento (plástico, resina) y el transporte.
“A corto plazo, va a haber cierto impacto para los consumidores”, advirtió, por su parte, Deborah Thomas, directora financiera de Hasbro.
Hasbro, que se especializa en juegos de mesa (Scrabble, Trivial Pursuit) está en conversaciones con sus proveedores y distribuidores sobre un aumento de precios que podría producirse durante el crucial periodo de las fiestas navideñas.
En marzo, Wilbur Ross, secretario de Comercio, aseguró que los consumidores no iban a percibir la entrada en vigor del gravamen al aluminio.
Los nuevos aranceles afectan las empresas de dos maneras. Por un lado, aumentan los costos de las materias primas y los materiales importados. Y, por otro, incrementan los costos para sus clientes en los mercados de exportación.
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