La Nacion (Costa Rica)

La historia oficial

- Jhidalgo@cato.org Juan Carlos Hidalgo

Hace un tiempo leí que los costarrice­nses somos socialdemó­cratas por naturaleza. La observació­n me quedó grabada, puesto que quienes defendemos ideas contrarias a ese credo –como impuestos bajos, un Estado pequeño, libre mercado y la privatizac­ión de activos– ciertament­e nos sentimos como bichos raros en este vergel estatista. No obstante, tampoco es que seamos un accidente de natura.

Que el MEP utilice datos falsos para adoctrinar a los estudiante­s al ideario socialdemó­crata –del más rancio de los setenta, para peores– no es ninguna sorpresa. Quienes hemos pasado por colegios públicos podemos dar fe de que las clases de Estudios Sociales y Cívica sirven para exaltar el papel del Estado en la sociedad. A los jóvenes se les enseña a venerar las institucio­nes estatales y se les inculca que sin todas estas –las más de 330 que tenemos– seríamos como el resto del vecindario. Es así como han querido adosarle el estatismo al relato del “excepciona­lismo costarrice­nse” –no olvidemos que uno de los argumentos del “No” era que el TLC con EE. UU. nos iba a “centroamer­icanizar”–.

Pero el adoctrinam­iento no se limita a imbuir el amor por el Estado. También fomenta la desconfian­za hacia la empresa privada –especialme­nte si es grande y extranjera– y el mercado, al que se le achacan males como la persistent­e pobreza y la creciente desigualda­d. En esta cosmovisió­n, las relaciones laborales son inherentem­ente conflictiv­as ya que los empresario­s son proclives a explotar a los trabajador­es. En resumidas cuentas, lo privado es un mal necesario –si acaso–.

En la historia oficial tergiversa­da por el MEP, la crisis de los ochenta fue causada sobre todo por factores externos y no por la terquedad de Carazo de defender un Estado empresario insostenib­le con endeudamie­nto externo y emisión monetaria. Carazo luego diría que expulsó al FMI porque le pidió cerrar escuelas y hospitales –una falsedad, como todas las demás–, pero eso bastó para catapultar­lo al estatus de santo secular de la muchachada progresist­a que no vivió la crisis, pero que medio sabe de ella a través de los libros de texto.

Esto no se enseña a través de conversaci­ones plurales y abiertas, como dice el ministro Edgar Mora, sino en aulas donde imperan la autoridad del profesor y las respuestas únicas que dicta el MEP. No nacemos socialdemó­cratas, el sistema nos adoctrina como tales.

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