Futbolistas regalones
Si hay una virtud que distingue a los futbolistas costarricenses esta es, sin duda alguna, su generosidad. Son seres humanos desprendidos, magnánimos, espléndidos. Pocas acciones les gustan y satisfacen tanto como dar, compartir, obsequiar. Da gusto apreciar la dadivosidad, prodigalidad y altruismo de cada uno de estos deportistas a quienes vemos jugar cada semana por medio de la televisión o en los estadios, o cuyas actuaciones seguimos por la radio.
En honor a la verdad, y en aras de no pecar de mezquino, tengo que reconocer que en realidad van más allá, mucho más allá: derrochan a manos llenas.
Sí, no son egoístas. Para nada tacaños. Mucho menos avaros. Los distingue más el espíritu liberal de don Quijote de la Mancha, siempre amplio a la hora de compartir el pan, el vino, el conocimiento y la justicia, que a Harpagón, el personaje principal de la obra de teatro El avaro, de Molière.
Nunca se los he preguntado, pero sospecho que en este campo la mayoría de ellos se guían por la máxima bíblica que dice: “Más bienaventurado es dar que recibir”.
Al menos así me parece notarlo en cada partido. En cuanto
saltan a la cancha y sienten la suavidad de la gramilla bajo sus pies, escuchan los aplausos de la tribuna y se descubren enfocados por los lentes de las cámaras, los invade la bondad y se tornan regalones.
¡El famoso Colacho se queda corto, en materia de regalos, a la par de nuestros jugadores del campeonato de la primera división! No podría ser de otra manera ya que ese personaje barbudo y gordinflón reparte presentes única y exclusivamente cada 25 de diciembre, en tanto que los futbolistas lo hacen todo el año, durante los torneos de apertura y clausura.
Usted los ha visto en plan generoso… en cada juego se la pasan regalándole el balón a los integrantes del equipo contrario. ¡Es impresionante la cantidad de ocasiones en las que –a lo largo de 90 minutos– obsequian la bola debido a desconcentraciones o imprecisiones!
Sería interesante que los estadígrafos del fútbol nacional incorporen en sus registros el número de pases equivocados que realizan los futbolistas durante cada partido. No solo identificaríamos a los deportistas que más yerros cometen, sino también a los más efectivos.
Quizá así estimularíamos a nuestros jugadores a pulir el arte de pasar el balón. Todos saldríamos ganando.
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